Capítulo 13

6.1K 719 139
                                    

Recargo mi cabeza en la ventana del autobús, coloco mis auriculares y cierro los ojos para relajarme con la melodía. Estoy de camino a casa de mis padres, decidí visitarlos porque tengo mucho que no voy y no han parado de decirme que los he abandonado.

Cuando me mudé sola, iba todos los fines de semana, pero luego empecé a trabajar y las tareas se intensificaron. Viajaba en mi motoneta, pero a mis padres casi les da un infarto cuando se enteraron y me hicieron prometer que no iba a utilizar "esa cosa", como le llamaron.

Matías siempre me ha acompañado, el hecho de que se robara la atención de mis padres me agradaba. Así podía compartir la intensidad de ellos y me dejaban respirar un poco más. Ellos creen que él es un santo, siempre lo toman de referencia a la hora de hablar de decencia y costumbre.

No es que él no sea eso que dicen, pero estoy segura que lo bajarían del altar en donde lo tienen si supieran las cochinadas que hace Matías en su apartamento.

Hoy decidí venir sola, no le conté porque estoy molesta con lo que pasó. La noche que Ruddy me dejó plantada, por segunda vez, dormí en su apartamento.

En su cama.

Con él.

Fue maravilloso, Matías duerme sin camiseta y me había aferrado en la madrugada a su pecho. Su olor y calor me dieron una calma que no sé explicar, sus brazos me rodearon y no me dejaron ir.

Todo eso cambió cuando me desperté con los gritos de la loca de su exnovia. No sé cómo entró, pero ella nos encontró abrazados y armó un escándalo. Me insultó y dijo todas las estupideces que le llegaron a su cabeza hueca.

No le hice caso hasta que se abalanzó sobre mí como gata en celo. Sonreí como psicópata porque había llegado mi momento de desquitarme las ganas de romperle la cara.

Peleamos como dos fieras, no voy a negar que ella me golpeó también, pero fue poco para lo que le hice. La tomé de las greñas y la usé de escoba en toda la habitación de Matías. Las mordidas y arañazos no faltaron.

Fue tanto el escándalo, que algunos vecinos tuvieron que ir a separarnos porque el idiota de mi amigo no pudo.

Eso sí, me sentí avergonzada luego que bajó la marea. Matías me siguió a mi apartamento y me recriminó por lo que pasó. Eso me hizo sentir mal, ella me atacó primero y no me iba a quedar de brazos cruzados.

Suspiro y abro los ojos con pesar, la idea era relajarme y dormir un poco, pero mi perturbada mente no me deja. Es un recorrido algo largo porque mis padres viven a las afueras de la ciudad. Crecí en una casa acogedora, en medio de plantas y un gran jardín.

Hay mucha vegetación, de día se escuchan los pájaros y es una delicia dar un paseo entre los árboles y arbustos. De noche, puedes apreciar el cielo estrellado, los sonidos de los grillos y búhos.

Matías y yo pasábamos horas jugando entre las malezas y al escondido, aprovechando las grandes piedras y troncos. Hasta un día, que ya me daba miedo caminar más allá del patio de mi casa.

No lo sé explicar, pero es como si una sombra negra se posara más allá. He soñado muchas cosas feas con el que era mi lugar favorito y me siento insegura hasta en la casa de mis padres. Muchas veces, antes de dormir, percibía que me espiaban. La sensación de sentirme observada no me dejaba dormir y quizás esa fue la razón principal de abandonar mi casa paterna.

Puede que la gente tenga razón y sí estoy loca después de todo.

Matías

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Matías

Observo al rubio que se sienta en mi sofá, con una confianza que no sé de donde la sacó. Su mirada no deja de recorrer cada rincón de mi casa y frunce el ceño de vez en cuando. Cuando lo vi delante de mi puerta, mi boca se abrió en sorpresa. Él entró y se acomodó como si nada.

—¿Qué haces aquí? —Mi paciencia se agota y lo único que quiero es sacarlo a patadas.

No sé qué se cree, pero el hecho de que esté merodeando a Amelia y encima de eso la ha dejado plantada dos veces, son motivos suficientes para odiarlo.

Me caen mal los tipejos como estos, que se creen la gran cosa porque tienen dinero y una cara de niño bonito. Nunca me ha dado buena espina, sé que no tiene buenas intenciones y quiero que se aleje para siempre de mi amiga.

—Necesito hablar con Amelia, la he llamado varias veces y no contesta. —Niego sorprendido por su desfachatez—. Pero ya que no está, vine para que hablemos tú y yo. —Me carcajeo en su cara por las estupideces que acaba de decir.

—Eres tan cínico, no sé como puedes tener las agallas de venir a mi casa. ¡Largo de aquí! —Aprieto mis puños y mi ira se incrementa al notar que no se inmuta.

—Supongo que ella te contó, pero no fue mi culpa, quiero verla y explicarle todo. —No aguanto más, me acerco a él rápidamente y lo tomo del cuello.

Se remueve como el bicho que es, pero aprieto mi agarre, evitando que se suelte.

—Deja a Amelia en paz —mascullo presionando, él trata de soltarse haciendo movimientos violentos—. Ella ha pasado por mucho para que también tenga que sufrir por un idiota como tú. —Lo suelto y cae al piso, tosiendo como loco.

—N-No entiendes —balbucea levantándose del piso y me mira con odio—. Vine a advertirte algo, deja de actuar como un maldito loco. —Sus palabras hacen que me hierva la sangre aún más.

—Es mejor que te vayas y dejes en paz a mi amiga, ya bastante has hecho dejándola esperando. Amelia luce como alguien fuerte, pero no es así, ella tiene un corazón frágil y la han lastimado muchas veces. —Hago silencio, estoy consciente que yo también le he hecho daño.

—Entiendo tu preocupación, pero puedes estar tranquilo. Amelia significa mucho para mí, por eso es que vine a hablar contigo. —Lo observo con confusión y hasta curiosidad por saber a qué se refiere.

—No te entiendo, ¿qué quieres decir? —Su porte cambia y luce ahora nervioso. Se sienta en el sofá y hago lo mismo quedando frente a él en un sillón.

—Tiene que ver con la chica del callejón. —Los recuerdos de esa noche trágica inundan mi mente, haciendo que me sienta miserable de nuevo.

—No sé de que hablas. —Niego varias veces preso del miedo. No puede ser.

—No te hagas el desentendido, Matías, sabes perfectamente de qué estoy hablando. —Mi respiración se vuelve irregular y desvío la mirada—. Yo era uno de los tipos que viste, soy cómplice de la violación y muerte de esa chica.




Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Has sido tú © [Disponible En Físico]Where stories live. Discover now