Capítulo 17

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Ha pasado una semana desde que Irina está en mi casa. Tuve que hacerle espacio en mi habitación —para que ella pudiera abrir una colcha inflable que es lo que usa como cama—, en mi armario y baño. Trato de poner de mi parte para llevarme bien con su compañía, hasta he sopesado las cosas buenas de tenerla conmigo.

No recuerdo nada de ella de cuando éramos niñas, me parece extraño porque vive contándome cosas que hacíamos. Solo sus ojos me parecen conocidos, me ha dicho que nos llevábamos bien y que me hacía muchos favores.

Lo malo de tenerla aquí es que critica todo, lo que hago lo adjudica a mi peso. Que si como mucho y por eso no voy a rebajar nunca, que si debería hacer ejercicios. Pero lo que más me molestó fue que se metiera con Matías.

No sale de su apartamento cuando él está ahí, siempre tiene una excusa para buscarlo. Eso me molesta sobremanera porque él se deja y me ha desplazado a mí para estar con ella. No puedo creer que alguien que llegó hace unos días, tenga más oportunidades con él que yo.

Coloco la compra en la mesada de la cocina, reviso las bolsas y noto toda la chuchería que he traído. Rayos, debo dejar de hacer eso, nunca voy a comer sano si no pongo de mi parte.

Tomo todos los dulces y chocolates,  los guardo en un cajón donde ella no los encontrará. No quiero que me vuelva a hablar de lo que ingiero. Sé que lo que ella piense de mí no debería afectarme, pero lo está haciendo y eso no me agrada.

A veces siento que lo hace a propósito, creo que le gusta hacerme sentir mal y no entiendo la razón si yo la he tratado bien.

—Amelia —canturrea y me giro notando que luce muy feliz—. Debo decir que eres una suertuda, tener a un hombre como Matías de vecino...

Me giro y suspiro sin que se de cuenta, lo único que me falta es que esos dos tengan algo.

—Matías es mi mejor amigo desde niña, Irina. Pero sí, es bueno tenerlo cerca. —Me toma del brazo y me da la vuelta quedando frente a mí.

—Lo recuerdo sí, tuvimos algo una vez que fui a visitarlos cuando éramos unos adolescentes. —Mi boca se abre en sorpresa, eso sí que no lo esperaba—. Pero dio un cambio para bien, está buenísimo —chilla como loca y solo asiento en silencio.

—Bueno, ahora pueden tener algo serio porque él está soltero. —No dejo que me responda y camino hacia mi cuarto. Escucho sus pasos detrás de mí y cierra la puerta.

—Quiero agradecer que me hayas dejado vivir contigo, Amelia, mi vida no ha sido fácil y quiero una mejoría. —Sus ojos marrones me escanean profundamente y por alguna razón le tengo miedo a esa mirada—. Quiero que mi papá se sienta orgulloso de mí donde quiera que esté.

—¿Qué pasó? No te entiendo. —Suspira y niega con pesar.

—Mi padre desapareció cuando tenía dieciséis años, Amelia, nunca lo encontraron y tampoco saben qué sucedió. —Mi corazón se encoge ante sus palabras, luce muy afectada y no es para menos.

—Lo siento, no sabía. —Niega varias veces.

—No te preocupes, estoy segura que el responsable pagará con creces todo lo que me ha hecho sufrir.

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Has sido tú © [Disponible En Físico]Where stories live. Discover now