14. Heather

1.8K 130 35
                                    

La inconsciencia ya era moneda corriente en la vida de Ana ¿Cuantas veces más tendría que pasar por la misma oscuridad?

Daba igual, cuando despertó estaba sola en su habitación en el apartamento.
Bueno, no tan sola.
Un brujo inyectaba un líquido en su brazo. Las alarmas estallaron en su cabeza a instante.

Por instinto Ana se paró de inmediato y colocó sus manos en el cuello del pequeño hombre y lo llevó hasta la pared donde lo levantó unos centímetros.

-¿¡Quien eres y que haces aquí?! -gritó contra su cara, sentía uan inexplicable furia.

Nadie podía entrar a el apartamento. Nadie que no fuera ella, su padre o su hermano.

Escuchó el sonido de la puerta abrirse detrás de ella.

-Ana, sueltalo. -la voz de su hermano se hizo presente.

La chica no lo hizo. Él no debía estar ahí.

-Ana, lo vas a matar. No quieres eso.

Observó al brujo, era cierto. Este se estaba poniendo morado. Pero no debía estar ahí. Lo ahogó aun más con sus manos.
Su hermano se acercó y tomó uno de sus brazos apartandola.

Solo así pudo soltarlo.

Todos parecieron tomar una bocanada de aire. Más el desconocido que nadie.

El chico Morgenstern tomó a su hermana del brazo y la envolvió en un abrazo impidiendole moverse. Al aparecer Ana sin darse intentaba atacarlo de vuelta.

-Se que te pone los pelos de punta que alguien ajeno entre al departamento, pero no por eso hay que ahorcarlo. Al menos no ahora y menos tú. Mirate como estás.

Ana miró hacia abajo. Llevaba un fino camisón blanco.
Corrió hacia su armario y tomó la primera bata que encontró, era un poco transparentosa pero algo era algo.
Con toda la adrenalina del momento no se percató del pequeño detalle.

-¿Estás bien?-le preguntó una vez envuelta en su bata.

No recordaba mucho después de ahogarse, apenas recordaba haberlo empujado lejos de las peleas.

En el ambiente se sentia el olor a oxido y sal. Podía oler la sangre que provenía de la espalda de Jon.
No no no no. ¿Ella lo lastimó?

Su rostro se contrajo, rápidamente puso su mano con delicadeza sobre su espalda

- ¿Te duele? -preguntó Ana con una mueca.

-No tanto.  Luego de lo del barco padre me pidió un reporte completo de lo que pasó. Padre se volvió loco cuando le dije lo de Lucas Princewater y me castigó porque se lo oculté, te puse en riesgo al llevarte allá. Fue un buen castigo Ana, me lo merecía no debí haberte puesto en riesgo de esta manera.

Su hermana solo le dedicó una mirada de reprobación, no sucedió así y no era justo lo que le pasó. Los castigos de ella los sufría él y ella sentía el doble del dolor aunque no fuera físico.

-Dejame curarte al menos.

No le dio tiempo a negarse, corrió hasta el baño y sacó un botiquín lleno de cosas para curar y ungüentos de todo tipo. No había rastro del brujo, debía estar buscando una salida sin éxito.

Se aproximó a Jon, se había quitado el saco y ahora tenia la camisa negra que se le había pegado a la piel, al quitarsela su espalda comenzó a sangrar aún más.

Él se estremeció.

-Lo siento.

Él sonrió y buscó a toda costa hacerla sonreír y resonar la risa de su hermana en toda la habitación.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 01, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cazadores De Sombras: Anastasia Morgenstern Donde viven las historias. Descúbrelo ahora