6. Día ¿Tranquilo?

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Los pequeños destellos de luz solar se adentraban por las cortinas de encaje blanco a la habitación de Ana en las primeras horas de la mañana, las peores horas según ella. Aunque ella haya terminado su entrenamiento seguía sin poder adquirir la costumbre de levantarse temprano, prefiere matar una manada de demonios shax que despertarse a la salida del sol. Adormilada, la chica chocó con algo, mejor dicho alguien. Asustada tomó a su atacante del cuello y lo hizo rodar fuera de la cama hasta tirarlo al piso de espaldas, se sentó sobre él inmovilizandolo con sus brazos a los costados de su cabeza.

-¡Auch! ¡Ana basta! ¡Me rindo! -Dijo una voz masculina muy familiar para ella.

Al escuchar esa voz agudizó su vista para comprobar de quien se trataba.

- Joder Jon, me asustaste. -dijo poniendo se una mano en su pecho y tomando una gran bocanada de aire.

Inclinada sobre su hermano le dio un sonoro beso en la mejilla como todas las mañanas. Cuando sintió algo en su parte baja se alarmó. La erección de su hermano comenzó a ser notable bajo los muslos de Ana , sus se abrieron ojos de la sorpresa y la impresión ¿Que estaba ocurriendo?

-¿Jon...? Estas duro. -Dijo Ana tieza del pánico.

Sonaron estúpida las palabras que salieron de su boca hace instantes y ella claramente lo sabía, pero ¿Que harían ustedes en su lugar? Ella apenas podía hablar ¡Le era imposible formar siquiera una oración coherente!
Su hermano la tomó la cintura y la alzó por los aires lanzandola a la cama.

-Tranquila hermanita, sólo es el calambre matutino.

Eso la tranquilizó. En parte.

-¿Vamos a desayunar? Tengo mucha hambre -dijo el chico de pelo rubio platinado tocando repetidas veces su estómago de manera dramática.

El rey del drama se hizo presente》pensó Ana rodando los ojos.

Su hermano era una buena persona, amable, simpática, graciosa y carismática. El resto de las personas no podían ver eso a causa de todo el trauma que tuvo su pasar de niño, Jonathan con todo el mundo era frío, cruel y arrogante... sumando a que también actuaba de una manera mordaz y violenta con cualquier persona que no conocía o no tuviera confianza.

Ana estaba segura de que él algún día cambiaría, sus esperanzas nunca la abandonaron y nunca lo harían.

Meditó la pregunta de su hermano, aún tenía que supervisar a la chica pelirroja y para eso tenía que estar en Nueva York.

-No lo creo -miró la ventana -Ya amaneció y los chicos en el Instituto ya debieron de haberse levantado, si es que ya no lo hicieron hermanito.

La cara de Jon se contrajo en una adorable mueca.

-¿Al menos puedo compartir contigo una barra de cereal? Necesito un desayuno normal de hermanos como en los viejos tiempos, te extraño demasiado pequeña.

Ana bufó

-Esta bien, mas te vale que tengas el desayuno listo caundo baje a la cocina. Me iré a cambiar de ropa. Ah y otra cosa más ¡No me digas pequeña!

Mordió la mejilla de su hermano y salió corriendo a su vestidor para no escuchar las quejas de su hermano. No sabía porque pero morder a las personas era totalmente normal para ella, esa era una forma de demostrar su amor.

Volvió a ponerse su vestido negro de la noche anterior junto con sus zapatos altos, recogió su cabello en una coleta alta y se teletransportó hacia su habitación en el Instituto de Nueva York, las despedidas nunca fueron lo suyo... ¿A quién engañaba? ¡Por favor! seguramente lo vería después a su hermano, no podía estar mucho tiempo lejos de él.

Cazadores De Sombras: Anastasia Morgenstern Donde viven las historias. Descúbrelo ahora