Capítulo 3. El arte de pasar de todo.

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Capítulo 3. El Arte de pasar de todo.


Siempre había admirado la forma en la que su padre conseguía atrapar algo a los pocos minutos de haber lanzado la caña al agua. Su padre le decía que era muy importante aprender a escoger la carnada, si tenías la carnada perfecta, tendrías al pez perfecto listo para morder el anzuelo. Sin embargo, Alexis nunca pescaba por el simple gusto de pescar algo, simplemente le gustaba pasar tiempo con su padre haciendo la actividad favorita de Aaron, pescar mientras platicaban y bebían una cerveza. Porque por supuesto, su padre sólo la dejaba beber una. Y a escondidas de su madre. Lo cual le resultaba gracioso y tierno a Alexis, pues siempre que su padre le pasaba una lata, la miraba con gesto de <<es la única que tendrás>> y la chica pensaba en todas las veces que había tenido black outs en casa de Gabe por beber cerveza de cabeza siendo cargada por sus amigos.

Aaron llevaba rato lanzándole miradas breves. Y Alexis conocía muy bien el motivo, sabía que quería preguntarle algo pero no sabía muy bien cómo hacerlo.

—Lexi, cambia de carnada. A estas alturas ya te la habrá robado algún pez gandalla —rió burlón.

La castaña sacó el fino cordel del agua dándose cuenta que efectivamente, su carnada ya no estaba ahí. Resopló y soltó un mierda por lo bajo, causando una risa en su padre.

—Eres malísima pescando —le fastidió dandole un sorbo a su cerveza, pero dejándola inmediatamente cuando sintió el tirón— mira y aprende —fanfarroneó girando el carrete para sacar lo que había atrapado.

Del agua salió un pez retorciéndose con el anzuelo prendado. Aaron lo tomó ágilmente, quitando el anzuelo de manera casi experta, para después colocar al pez dentro de una hielera pequeña donde quedaba una lata de cerveza.

—Ten otra, pero sólo por esta vez —se la extendió a la chica quien la aceptó gustosa.

Una vez que Aaron cerró la hielera y se acomodó nuevamente en su silla. Sacó de otra hielera que tenía a un lado de él un pedazo de sardina, tomó el anzuelo ensartándoselo para después estratégicamente lanzar el cordel al agua.

Pasaron unos cuantos minutos antes de que su padre le volviera lanzar una mirada. Y cuando comenzó a hablar, Alexis sonrió por lo bajo con la lata de cerveza en su boca para disimular su sonrisa. Lo conocía perfectamente bien.

—¿Qué tal con ésta chica...Mía? —preguntó mirando hacia otro lado simulando indiferencia— no las vi convivir mucho anoche.

Al escuchar ese nombre, Alexis puso los ojos en blanco.

—No lo sé —se encogió de hombros.

—¿Qué es lo que no sabes?

Alexis suspiró pesadamente dejando su lata de cerveza en el suelo.

—¿Por qué no te dejas de rodeos y me preguntas directamente lo que quieres saber? —su tono fue lo más calmado posible.

—¿Pasó algo? —dijo cautelosamente— las vi un poco incómodas llegando del baño.

A veces deseaba que su padre no fuera tan observador. Si bien para algunas cosas podía estar perdido y ser un completo despistado, para otros temas era perspicaz.

La chica negó con la cabeza. —No pasó nada, ni siquiera hablamos.

—Exactamente por eso te pregunto.

—Bueno no sé pá. ¿De qué voy a hablar con ella? No tenemos nada en común.

—Eso aún no lo sabes —dijo alzando su ceja—, pareciste llevarte muy bien con Abigail y Fernando, ¿qué hay de malo con ella? Parece buena chica.

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