Capítulo 48.

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Mia.



Cuidadosamente coloqué la última vela sobre la parte plana del respaldo de la cama, alejándome para tomar un poco de perspectiva.

—No creo que poner una vela ahí sea la mejor idea, Mia —dijo Tabitha burlona.

Asentí con avidez alcanzándola nuevamente y mirando a los alrededores de la habitación ámbar del hotel con la vela en la mano.

A un lado de la T.V apagada quedaba un espacio vacío, justo en el medio de otras dos velas. —Aquí, ¿quizás? —sin esperar respuesta, asentí.

—Cariño, mírame —las manos gentiles de Tabitha me hicieron girar sobre mi lugar encontrándome con su rostro titilando en iluminador—. Sé que estás nerviosa, no te culpo, ¿bien? Pero ten en cuenta que Alexis se muere por ti e incluso si le propusieras tener sexo en el basurero municipal aceptaría encantada.

Puse los ojos en blanco. —Esto es importante, Tabitha.

—Lo es, ¿no es así? —murmuró en tono inquisitivo.

—Te conté lo de Alexis para que me ayudes no para que comiences a sugerir cosas que solamente tienen sentido en tu cabeza.

—Uhm, ¿me culpas? —exclamó señalando a su alrededor—. He tenido relaciones fugaces y sin compromisos Mia, y déjame decirte, ninguna noche lucía así. No sé si van a tener sexo o si le vas a proponer concebir a su primer hijo. Son demasiadas velas.

Descarté de inmediato el tirón de lo que sea que fuera en mi abdomen y me abracé a mí misma dándole inmediatamente la espalda. Odiaba cuando comenzaba a vomitar opiniones delirantes, porque Tabitha era inteligente y ambas sabíamos perfectamente bien que ella casi nunca se equivocaba.

Tabitha me abrazó por detrás. —Está bien, está bien. Lamento ser tan... honesta. Prometo no hacer más preguntas ni dar opiniones que no me has pedido —me apretó fugazmente—. ¿De acuerdo?

Asentí girándome para mirarla, aún dentro del abrazo. Su mano pellizcó mi mejilla y me deshice de su agarre mirando la habitación.

Las velas estaban apagadas por seguridad. Mi encuentro privado con Alexis tomaría lugar hasta un poco después de media noche. A la 1:30 a.m, después de que mis invitados cantaran feliz cumpleaños me escabulliría como una especie de cenicienta moderna, encendería las velas y esperaría a Alexis.

Era un plan simple y sencillo. Si todo salía bien no tenían por qué haber inconvenientes.

Mi pecho cosquilleó en anticipación y mordí mi pulgar en un obvio gesto de nerviosismo.

—Sé cómo se ve todo esto desde afuera —musité—, pero quiero que sea especial. Incluso si Alexis y yo tenemos un acuerdo de por medio, no puedo evitar preocuparme por ella, solo quiero que las dos lo pasemos bien, ¿Sabes? Quiero compartir un momento lindo con ella.

Sentí a Tabitha asentir suavemente a mi lado, pero no quise mirarla, sabía que si lo hacía notaría este brillo en sus ojos que anunciaba saber algo que yo no sabía.

Ambos celulares vibraron en un texto en el chat grupal, eran los chicos anunciando que ya habían llegado y Kiara nos apresuraba a bajar por medio de nuestro chat privado de tres.

Tabitha había tenido la grandiosa idea de rentar para mi fiesta de cumpleaños el único salón de eventos decente que se encontraba dentro del Glorious Creek Hotel. Si bien, el turismo no era la fuente económica principal de Hagertown, aquel hotel era bastante famoso por sus preciosas vistas hacia el bosque naciente en las afueras del pueblo.

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