VI

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Alice

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Alice

Al llegar me detuve frente a la puerta. A paso lento me acerqué y oprimí un pequeño botón. Se dejó escuchar una tonta melodía. Segundos después abrieron la puerta. Me acerqué un poco más y noté, por desgracia, que eran Sebastián y otro chico de cabello blanco, bajo de estatura y ojos verdes.

—Al parecer has cambiado de opinión—comentó Sebastián mientras sonreía, no sé por qué pero esa manera en la cual lo hacía me enfadaba.

—Creo que acabo de ganar la apuesta—comentó el otro chico y ambos rieron.

—¿Está tu padre? Necesito hablar con él.

Dejaron de reír al ver mi preocupación—Pasa, iré a buscarlo—dijo Sebastián, mientras ambos se retiraban. Después de quince minutos, el señor Montgomery apareció, y detrás de él, los demás, contando a mis padres y a Susan, quien me saludó creyendo que me quedaría con ellos. La ignoré poniendo toda mi atención al señor Montgomery.

—¿De qué quieres hablar?

—Necesito decírselo.... pero ¡A SOLAS! —remarqué las últimas palabras.

—Bien, pasemos a la biblioteca.

El señor Montgomery encendió la luz, comenzaba a oscurecer. Cerró la puerta. Nos sentamos en el sofá. Estuvimos conversando durante una hora. Dibujé a los dos vampiros con los símbolos que estos portaban en sus brazos. Al terminar se los entregué para que pudieran reconocer a los sujetos en caso de que decidieran ir a San Francisco.

—Qué bien dibujas—comentó, mientras los observaba—Por otra parte, te agradezco mucho que hayas regresado a avisarnos lo ocurrido.

—Lo estoy haciendo por mi familia.

—Si no quieres pertenecer a nuestro grupo está bien, aunque igual puedes quedarte a protegerlos.

—Debo hacer algo y si todo sale como lo he planeado, tal vez ustedes puedan dejar de preocuparse por los cazadores—respondí mientras me levantaba del sillón.

Los cazadores no irían muy lejos. Sólo eran humanos y deshacerme de ellos sería fácil. Los que me preocupaban eran aquellos dos vampiros, ya que no conocía su don ni la fuerza que tendrían. Caminé hasta la puerta de salida.

—¿No estarás pensando en enfrentarlos sola?

—Tal vez—respondí, sonriendo.

Fuera de la biblioteca se encontraban todos. Me acerqué a Susan:

—Desde ahora tienes que ser fuerte y cuidar de ellos—le dije, mientras observaba a mis padres. Luego besé su frente. Posteriormente me acerqué a mis padres y les di un fuerte abrazo, diciendo:

—Antes de irme me gustaría saber si podrían darme mi maleta.

Espere junto a la puerta y pude ver cómo Sebastián no me quitaba la vista de encima, lo cual hizo que me sintiera incómoda.

Alma De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora