XIII

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Alice

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Alice

Sonaba la música, lo que significaba que ya habían abierto el bar y los clientes comenzaban a llegar. Me levanté de la cama y salí del cuarto. Desde la azotea podía admirar la ciudad nocturna, iluminada por algunas luces de casas o negocios. Los coches avanzaban con tranquilidad, mientras se hacía presente el murmullo de las personas riendo, conversando y algunas otras discutiendo. Cerré los ojos por un momento para después admirar el bosque, tan oscuro y silencioso pero tan lleno de vida, como si no existieran sus hermosas criaturas que ahí vivían. Admiraba aquellos árboles altos y frondosos.

Saqué la caja de cigarrillos y prendí uno. Pensé que nunca más volvería a probar uno, pues me sentía angustiada, Susan se veía muy mal y me estresaba estar encerrada. Ni siquiera había buscado a Alex, pero me hacía falta platicar con él, darle un fuerte abrazo, pero no creí que fuera buena idea. Él tenía sus problemas y por ello consideré inútil tratar de arreglar los míos consultándolo.

Estaba por terminar mi segundo cigarrillo, cuando escuché que alguien discutía en el callejón. Me aproximé a la orilla para ver mejor. Alex y Sebastián, después de intercambiar palabras y amenazas se separaron. Me recosté en la cama, había escuchado toda la conversación y no podía creer que Sebastián me hubiera dicho esas cosas sólo porque estaba enfadado.

A las dos de la mañana Alex salió del bar y se fue a su casa, todos los días lo veía al irse en su moto y podía ver que terminaba demasiado cansado y fastidiado de su trabajo, por lo mismo decidí no buscarlo. No quería que tuviera otra cosa de qué preocuparse.

Por la mañana llegó Daniel y bajé para almorzar con él.

-Hola-dije, sentándome en una silla que se encontraba junto a la barra.

-Hola-respondió sonriente. Tenía días siendo muy feliz y se reía sin razón.

-¿Qué te pasa?

-¿Por qué preguntas? -cuestionó. Podía notar su nerviosismo. Entrecerré los ojos y cruce los brazos. Lo veía atentamente. Daniel pensó que en verdad estaba leyendo su mente.

-Está bien, te contaré-dijo- Últimamente he estado comprando el almuerzo en un restaurante cercano y la dueña es muy simpática. Hemos conversado y nos llevamos muy bien, es una mujer muy hermosa y me está comenzando a interesar. Es humana y he tratado de alejarme de ella, pero no puedo. Me ha cautivado-comentó entre suspiros y con una gran sonrisa.

-Te estas enamorando... Me alegra por ti y espero que un día me la presentes.

Él asintió un poco pensativo, pero a la vez me observaba mientras yo sacaba el almuerzo de una bolsa de papel. Cuando iba a tirarla a la basura me di cuenta que traía el nombre de un establecimiento de comida. Volteé a ver a Daniel, el cual ya había comenzado a comer.

Alma De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora