XXXII

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Alice

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Alice

-¿Estás nerviosa? -preguntó mientras esperábamos.

-Demasiado, pero pensar en todos ustedes me llena de fuerza y valor.

-Te admiro. Día tras día tienes que lidiar con muchas situaciones, y nunca nos abandonas, siempre estás ahí para nosotros, para cuidarnos y protegernos. Yo sería incapaz, no tengo la fuerza, mucho menos el valor-sus palabras resultaban motivantes.

Esa tranquilidad y ese valor desaparecieron cuando escuché que se acercaban. Cristian y yo nos pusimos en pie. Él tenía miedo, sus piernas temblaban ligeramente.

-Cálmate, apégate al plan y todo saldrá bien. Mi escudo estará protegiéndolos a todos, incluyéndote. Estarán seguros hasta que estén lo suficientemente lejos.

Caminé hacia un árbol cuyo tronco era enorme y tenía un hueco en el que había guardado algunas cosas hacía dos semanas, deseando no necesitar nada. Saqué una mochila en color negro, de su interior extraje algunos cuchillos. Los escondí en mis botas y en mi pantalón.

Le entregué a Cristian una bolsa de sangre, un botiquín de primeros auxilios, comida, agua y algunos medicamentos para el dolor. Él sabía perfectamente lo que debería hacer con la sangre: alimentar a Max y lograr que recuperara un poco sus fuerzas.

Faltaba menos de un kilómetro para que llegaran. Subimos a ese gran árbol, sus ramas eran fuertes y sus abundantes hojas ayudarían para ocultarnos. Como prevención coloqué mi escudo, evitando que los vampiros nos escucharan u olfatearan. Llegaron pronto. Se instalaron, pues tenían intención de pasar la noche en este lugar.

Observamos sus movimientos, su armamento, el número de cazadores y su organización. Cada uno tenía una tarea a desempeñar, seguían las reglas y eran ordenados, rápidamente prendieron una fogata mientras otros salieron a cazar, volviendo con algo de carne para cenar.

Las armas que poseían eran muy modernas. No había visto algo parecido en toda mi vida. Hablaban de un reciente enfrentamiento con un gran grupo de vampiros, sobre esa hazaña y la evidente victoria. Parecían exhaustos y su ropa estaba manchada de sangre, inclusive había algunos heridos. Los que portaba buena salud, festejaban frente a la fogata, mientras presumían sus nuevos collares, elaborados con colmillos de vampiro.

Oírlos me hizo sentir furiosa, deseaba bajar y asesinar a cada uno de ellos, pero me contuve. Cayó la noche. La mayoría se había ido a descansar; algunos siguieron festejando con una botella de alcohol. Tomarlos por sorpresa, eso es lo que nos ayudaría a salir ilesos de este trance.

Con un ligero golpe en el brazo, Cristian me señaló un lugar en específico. Ahí estaba Max. Sus manos eran sujetadas por cadenas, sus muñecas estaban teñidas de sangre. Lejos de él, aunque igualmente apartado del campamento, descubrimos a Alex. Sus gritos de lamento eran fuertes, profundos. Me dolía escucharlo y no poder calmar su dolor, pero debía esperar un poco más. Los dos vampiros que había visto antes se acercaron a él, sonrieron con malicia y después se colocaron a un extremo de su cuello. Bebieron de él con brusquedad, provocándole un dolor inmenso, todo su cuerpo se encontraba herido, lleno de mordidas, sería difícil poder salvarlo, pero debía tener fe en que lograría hacerlo a tiempo, antes de que muriera o se convirtiera. Ambos se encontraban débiles, exhaustos, no resistirían por mucho tiempo.

Alma De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora