Luego de seis años en un internado, Kyle vuelve a South Park para enterarse de que todo a su alrededor había cambiado, incluso Eric Cartman; quien demostraba un comportamiento sospechoso para los ojos de aquel judío.
Aferrado al pasado y a las idea...
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Ese día Kyle había llegado más temprano de lo usual a la escuela; no estaba en sus planes volver a tener una baja como el día anterior, además de haberse quedado dormido en medio de un examen. Esas cosas no las volvería a aceptar en su vida, ni menos su novia... por Moises, si tan solo ella se enterara de lo que había sucedido; era capaz de hasta terminar la relación. Bueno, tal vez Kyle estaba exagerando demasiado.
Caminó sin prisa alguna hasta su casillero, insertó la clave correspondiente y al abrirla, sacó unos cuantos libros, observó por unos segundos la foto de Michelle que tenía pegada en la parte interior de la puerta para luego, verse obligado a cerrarla con brutalidad cuando sintió unas palmaditas en su hombro.
—¡A-ah! Lo sentimos, no-no era nuestra intención asustarte —dijo una de las chicas que se le habían acercado.
—No pasa nada, venía distraído —aclaró el judío con un semblante apenado —. ¿Las puedo ayudar en algo?
—Bu-bueno... ¡Di-dile tú! —murmuró aquella joven de una baja estatura, mandando al frente a su compañera que estaba a sus espaldas.
—Nosotras somos del salón vecino, si no me equivoco, eres Kyle Broflovski, ¿No?
—A-así es —titubeó, nervioso por saber las intenciones de aquellas dos adolescentes.
—Bueno... mi amiga y yo hemos oído sobre tu situación, y entendemos muy bien por toda la presión que estás pasando
—¿Mi-mí situación?
—Solo pasabamos a decirte que no estás solo, hay muchas personas con las que cuentas y nosotras somos algunas de ellas. Si necesitas desahogarte con alguien, no dudes en buscarnos, ¿Okey? —Para terminar, aquella extraña chica había posado su mano derecha sobre el hombro del judío, regalándole una cálida sonrisa.
—Uh, siento mucho lo que voy a decir, pero... realmente no sé de qué están hablando —aclaró el pelirrojo, tratando de sonar lo más amable posible y así evitar que las otras dos se ofendieran.
—Oh, ya no hace falta ocultarlo más, Kyle... ya todos sabemos que eres gay y que estás pasando un mal momento
Y entonces, todo a su alrededor se ralentizó, hasta juraría que sintió a su corazón detenerse por unos instantes.
