πέντε

30 9 34
                                    

1 año antes...

Narrador omnisciente:

Madrid, 20 de agosto de 2019

– Antes de terminar, tengo un anuncio importante que dar. - El hombre se removió incomodo en el asiento. – En este año, dos de nuestros mejores redactores cumplen cinco años trabajando con nosotros. – Todos voltearon a ver al par que se recargaba uno en el otro. – Y por ello, tenemos dos premios. – Empezó a reír. – Uno irá como corresponsal a Londres y el otro podrá disfrutar de vacaciones por un mes completo. –

Alejandro, que reposaba la cabeza sobre el hombro de Miguel levantó la vista asombrado. – ¿Cómo, eso es un premio? – Preguntó sin entender.

– Sí, claro. – Los miró seriamente.

En los ojos del director no hubo una pizca de diversión, eso sólo pudo significar que sus palabras eran reales. Aunque, para los jóvenes no sonó como un premio, a excepción de las vacaciones, pues desde hacía un año como máximo habían tenido una semana de descanso entre días festivos o descansos de un día y sólo los viernes podían salir temprano.

Sonó absurdo en un principio, decirles que una compensación consistía en ir a trabajar a otro país. Pero suponían lo decía por ser una experiencia nueva y no tenía intención alguna de molestarles.

– ¿Hasta cuándo tenemos para responderle? – Preguntó el mayor.

– Hoy es martes. – Dudó. – Hasta el viernes. – Les sonrió, se levantó y salió de la sala de juntas.

Nadie se movió ni hablo hasta que uno de los periodistas se atrevió a terminar con el silencio. – Angelito y Alejandrito. – Les llamó por los apodos que les habían dado. – No lo tomen a mal. – Se levantó caminando hasta su lado. – Lo más probable es que terminen yendo juntos a Londres. – Los abrazó por los hombros. – Él lo hace para que experimenten, vivan su trabajo desde otra perspectiva y adquieran nuevas experiencias. –

– Los extrañaremos, bebés. – Comentó otra periodista.

– ¿Qué haré sin mis estrellitas? – Preguntó su jefe.

El pequeño lugar se llenó de despedidas, risas y muestras de cariño, todos creían que estarían felices, emocionados y nerviosos por la oportunidad que tenían. Sin embargo, la realidad era que Miguel no sabía cómo sentirse y Alex tenía miedo, para ambos su vida entera estaba en España, junto a su familia, amigos y conocidos.

Los pensamientos de ambos eran un completo desastre, salieron de aquel edificio alrededor de las doce de la noche, como casi siempre. Sólo que, en esa ocasión no iban riendo, hablando o sonriendo, simplemente caminaban en completo silencio, cada uno pensando en que sería lo mejor.

Sus autos estaban estacionados juntos, así que antes de que se retiraran Alex habló.

– ¿Podríamos ir por una cerveza? – Preguntó con voz decaída.

Cuando el de lentes le escuchó, entendió que aquella decisión no era algo que pudiese pensar de forma individual, pues la propuesta era para ambos.

– Deberíamos. – Intentó sonreír.

Caminó hasta el coche de su amigo, se subió del lado del copiloto, bajó la ventana en busca de aire fresco y guardó silencio desde el instante en que sintió como empezaban a salir de estacionamiento, hasta que se detuvieron en un supermercado.

– Un bar sería un poco raro de visitar entre semana. – Comentó antes de bajarse.

Por la hora y el día, no había personas dentro ni fuera del establecimiento, ese fue el motivo de su rapidez, pues en menos de cinco minutos volvió con dos latas de cerveza y un cigarro.

Best FriendsTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang