τρία

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5 años antes...

Narrador omnisciente:

Madrid, 13 de febrero de 2015

El reloj marcó las doce de la noche en punto, el celular en sus manos comenzó a vibrar marcando el recordatorio "Cumpleaños de Rub."

Lo dejó sonar pensando en lo que podría hacer; llamarlo, mandarle un mensaje, mandarle una nota de voz o simplemente correr hasta su departamento para felicitarlo. Aquellas eran todas las ideas que tenía, y no podía decidirse por alguna, sonaban muy básicas, además, no resultaba diferente a lo que en años anteriores había hecho.

Por su parte, el cumpleañero mantenía la vista pegada en su celular esperando a que sonará, ya fuese por una llamada o por algún mensaje de aquel chico que año con año le felicitaba antes de su madre. Pero durante los diez minutos próximos al inicio del día, no recibió aquello que tanto anhelaba.

Miguel dio más de ocho vueltas en la cama, hasta que se rindió decidiendo sólo mandarle un corto mensaje. Escribió muchas versiones del mismo texto, se reprendió a si mismo por ser redactor y no poder mandar una simple felicitación. Ese era el efecto Rubén, según lo denominó él.

Aquel delgado joven le hacía perder por completo el don que tenía con las palabras, era hábil para redactar, acomodar, verificar y sintetiza largos reportajes en su trabajo. Sin embargo, cuando se trataba de usarlas para escribirle algo tan simple al castaño, perdía todas las ideas, nada sonaba correcto, todo era un completo desastre.

"Feliz cumpleaños, mi pequeño Ru. Prometo que saldré temprano del trabajo e iremos a festejar", terminó de escribir. Presionó enviar y ahogo un grito en la almohada de su lado.

Sintió como su estómago se revolvía por los nervios, su corazón latió con fuerza, un ligero mareo le hizo cerrar los ojos y sin quererlo, su cuerpo le exigió el descanso que tanto necesitaba. Fue entonces cuando el cansancio se apodero de su ser y le hizo caer en un profundo sueño.

Cuando el característico sonido que le avisaba sobre una nueva notificación se escuchó en el completo silencio de la habitación, estiró la mano para tomar el teléfono, limpió las dos lágrimas que de sus ojos se habían escapado al pensar que su mejor amigo no se había acordado de su cumpleaños, leyó el texto y la sonrisa en sus labios apareció.

A pesar de que el mensaje se sentía seco, lo releyó hasta que se quedó dormido.

(...)

– Si me dices la verdad, te juro que no se la diré. – Su compañero de trabajo le miraba expectante.

– No hay ninguna verdad que decir, Alex es la cuarta vez en la semana que te aseguro que no me gusta Rubén. – Tomó de su bebida.

– Y es la cuarta vez en la semana que te digo que me parece que, si a ti no te gusta a él sí le gustas. – Le imitó.

El ambiente dentro de la cafetería en la que estaban sentados conversando tenía era maravilloso, una ligera melodía sonaba amenizando el lugar, los pocos clientes hablaban con voz baja mientras otros leían o escribían, aunque la decoración que les recordaba el mes en el que se encontraban, no era del total agrado del inexperto redactor.

– ¿Podemos dejar de hablar del tema? – Pidió, mirando hacía los corazones de papel colgados en el techo. – Mejor, ayúdame a pensar en cuál es el lugar adecuado para llevarlo en mitad de la noche. – Inconscientemente, en sus labios se dibujó una sonrisa al pensar en quien estaba celebrando un año más de vida.

Best FriendsWhere stories live. Discover now