εννιά

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Narra Miguel:

Londres, 30 de octubre de 2020

La pequeña cafetería está prácticamente vacía, en comparación con otros días. El delicioso olor de la bebida con cafeína llena mis fosas nasales haciéndome sonreír un poco, los adornos navideños le dan un aspecto muy hogareño al lugar junto a las canciones de acuerdo con la época que resuenan por los rincones. A pesar de llevar dos semanas observando tan bellas decoraciones, aún logran emocionarme y hacerme sentir como un niño pequeño cada que las veo.

Camino lentamente en dirección al mostrador, donde una chica de pelo castaño obscuro y puntas blancas me observa con una sonrisa, levanta su mano saludándome a la distancia y grita mi nombre. – Miguel. –

Le devuelvo el gesto, sentándome frente a ella en la barra. – Hola, Ale. – Le saludo con emoción.

– Tan puntual como siempre, a las 6 de la tarde siempre te tengo aquí sentado. – Me comenta dándose la vuelta y tomando una taza de algún pequeño estante.

Suelto una risita, saber que el tiempo a pasado y me he vuelto un cliente habitual en este local me hace sentir un poco nostálgico.

– No es mi culpa que hagas un té tan rico. – Intentó que no noté mi cambio de humor.

– Tengo un don para hacer bebidas. – Empieza a preparar mi pedido. – Me imagino, vas a escribir. – Voltea mientras revuelve algunos ingredientes en un recipiente.

Asiento. – Tengo que escribir la carta hoy y mandarla mañana para que pueda llegarle el lunes. – Sonrió al recordarlo.

En menos de unos segundos, tiene lista la mezcla, la sirve en el objeto de porcelana y con la cabeza me indica que la siga hasta la mesa en la que suelo sentarme, desde ese sitio la vista a la calle es hermosa, por ello me gusta ese lugar. Al ángulo me permite ver a personas, gatos, perros o choches ir y venir, algunos corriendo, otros caminando, pocos hablando, escuchando música o en silencio, es realmente inspirados verlos.

Nos sentamos y vemos por la ventana que ilumina todo el lugar.

– Me gustaría tener un novio como tú, que me mande cartas a pesar de estar casada y a miles de kilómetros de distancia. – Voltea, sus ojos color marrón resaltan por la forma en que la luz le da. – No sé como puedes seguir así, Migue. – Su semblante decae y por sobre la mesa toma mi mano.

La dulce chica, me recrimina con la mirada de la misma forma en la que lo hace Myre.

– Lo hago por su bien. – Suspiro, evitando mirarla.

Ella niega. – Sabes que a pesar de que las cosas se han calmado, no puedes guardarte todo lo que ha pasado para ti mismo. – Aprieta mi mano, con cuidado me suelta y se levanta. – Sólo, piensa en lo que te hemos dicho Alex, Myre, Rita y yo. – Sin dejarme hablar da la vuelta y regresa a su puesto.

Sus últimas palabras me dejan reflexionando, los meses pasaron tan rápido, los acontecimientos fueron tan repentinos que a veces me cuesta asimilar lo mucho que mi vida cambió desde hace casi dos meses. El primer gran suceso fue, venir a vivir a un país tan lejano de mi hogar, aquí vivo con tres personas, Alex mi compañero tonto, Myre mi boba mejor amiga que no me abandona y Rita, su mejor amiga desde la infancia, que tuvo la oportunidad de conseguir una casa en esta ciudad hace años y donde residió desde entonces.

El segundo, posiblemente fue mi separación y reconciliación con Rubén. Decir que todo fue fácil sería mentir, después de alejarme de él y dejarle una carta informándole sobre mi partida no tuve contacto con él por tres semanas, en ese tiempo me dediqué a llorar, enojarme y desquitarme con los demás por mis terribles decisiones. Justo a la cuarta, no lo soporte más y le marqué sólo para escuchar su preciosa voz.

Best FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora