μηδέν

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PRÓLOGO

Dos adolescentes caminan con calma, rodean con pasos cortos una gran fuente, patean algunas de las piedras con las que se cruzan, en sus manos resaltan los helados comprados por uno de ellos hace menos de diez minutos y el cómodo silencio que les rodea los hace detenerse por un momento.

Se miran con expectación y algo de diversión.

- ¿En qué piensas? - Le pregunta.

- Nada en especial, sólo me imagino como sería tener un mejor amigo. - Responde con sinceridad.

- ¿Y yo qué se supone que soy idiota? - Le da un fuerte golpe en el brazo y le mira con indignación. - ¿Es acaso que no me ves como tu mejor amigo? - Por algunos minutos no obtiene respuesta.

Su contrario piensa en como debe responder a las preguntas realizadas por su amigo, pues si bien lo ve como un amigo, no podría verlo como su mejor amigo. La razón es tan simple que podría resultar bastante típica de escuchar, le gusta desde hace más de seis años y aún no reúne el coraje suficiente para confesarse. Aunque, después de escuchar tan directas palabras siente que sería inútil expresar sus verdaderos sentimientos.

Su ánimo decae un poco, saber que para su compañero es sólo un mejor amigo le causa decepción. Sin embargo, decide que no puede permitir que su relación amistosa se vea afectada debido a su corazón.

- Sí, tienes razón. Eres mi mejor amigo, Rubén. - No suena muy convencido, pero el otro no lo nota así que sonríe con satisfacción al escucharle.

- Entonces, mejor amigo. - Lo toma de la mano. - Vamos a los juegos de allá. - Señala un par de atracciones para niños y sin dejar que su acompañante responda sale corriendo. - Alcánzame si puedes Miguel. - Ríe.

Por un largo tiempo se corretean, para tener dieciséis años se comportan como si tuviesen menos de cinco.

Cuando se sienten lo suficientemente cansados caen rendidos sobre el pasto intentando recuperar el aire. Al sentirse mejor, sus agitadas respiraciones son reemplazadas por el sonido del suave viento golpeando las hojas en los árboles, el canto de algunos pajarillos que están regresando a sus nidos y algunas risas lejanas.

Uno de ellos piensa que las tardes de verano son las más hermosas, sentir la calidez del sol es simplemente maravilloso, ver el cielo pintado de tonos rojizos les da paz, oler la fragancia que las flores emanan es como una droga y nada puede compararse con poder pasar tiempo juntos, esa es la principal razón por la que aman la estación en el año. Aquello debido a que, en sus vacaciones no tienen preocupaciones por tareas y pueden dedicarse tiempo mutuamente, sin restricciones.

- ¿En qué piensas? - Le pregunta Miguel.

Voltea para encontrarse con una mirada obscura. - En lo mucho que amo estar de vacaciones. - Sonríe.

- Es tan relajante. - Se estira, bosteza y suelta un largo suspiro. - Tanto que empieza a darme sueño. - Cierra los ojos.

- Si quieres duerme un poco, te despierto cuando me harte de estar aquí. -

- Sólo te tomaré la palabra por esta vez. - Inconscientemente envuelve entre sus brazos el cuerpo de Rubén, quien no se mueve ni dice nada, sólo deja que la extraña pero agradable sensación crezca en su pecho.

No pasan ni siquiera tres minutos cuando ambos chicos ya se encuentran profundamente dormidos, se abrazan con cariño, inocencia y dulzura. Sus cabellos se enredan entre sí por la cercanía de sus cabezas, sus facciones reflejan absoluta paz, sus respiraciones se sincronizan al igual que sus corazones que, con cada latido dicen lo mucho que aman poder permanecer tan juntos.

Así sueñan con un futuro donde sus caminos jamás se separan, al contrario, con el paso del tiempo se hacen cada vez más cercanos, cumplen sus metas en compañía del otro y se apoyan en cada decisión. También se imaginan aceptando sus emociones, expresándolas y dejando de temer por lo que pueda pasar al hacerlo.

Los dos desean pasar el resto de sus vidas juntos, más que como mejores amigos.

Pero ¿podrán hacerlo?

Best FriendsWhere stories live. Discover now