Epílogo

760 47 8
                                    

Alyssa.

Siempre me había cansado las botas de montaña, pero, no podía mentir, realmente me había preparado para escalar el Gran Cañón, uno de mis lugares favoritos en el mundo. Mientras avanzaba entre las piedras y la naturaleza, escuchaba por medio de mis audífonos la canción Gone, gone, gone de Phillips Phillips. La música me transmitía una especia de tranquilidad y, aunque estaba agotada por la caminata, pude sentirme tranquila y feliz cuando mis pies tocaron la punta del cañón.

El amanecer estaba comenzando a salir y una mezcla de sol y viento golpearon mi cara. Respiré profundo mientras cerraba los ojos, nunca antes me había sentido tan en paz y tranquila conmigo misma.

Escuché unos pasos detrás de mí, giré mi cabeza y mis ojos se encontraron con un hombre muy atractivo y también, muy agotado.

—Pensé que nunca llegarías. —Bromeé.

Andrew me fulminó con la mirada y caminó unos cuantos pasos para observar conmigo la hermosa vista que teníamos enfrente.

—No estoy para nada cansado. —Mencionó sin importancia. — Pero tú me has sorprendido, Beckham. Nunca pensé que hubieses sido capaz de ponerte esas botas y caminar durante tantas horas.

—Soy una mujer nueva. —Repliqué. —Estoy siendo la mujer que quiero ser, estoy completa.

Observé una vez más el sol saliente y agradecí por todo lo bueno que había sucedido en mi vida. Hace exactamente un año las heridas del paso ya no me atormentaban y, aunque a veces solía tener sueños constantes con Chloe no pasaban de eso, ser solo simples pesadillas. Había sido tiempo de perdonar y de ser perdonada, de comenzar de cero, de intentar ser feliz con lo que yo misma podía ofrecerme.

Ahora todo mi camino se había despejado, tenía a un hombre maravilloso a mi lado, tenía amigos con los cuales contar y, sobre todo, tenía a mi verdadero padre, Alfred quien de ahora en adelante se había convertido en mi verdadera y única familia. Por cierto, también contaba con la compañía del pequeño Golden.

Era tiempo de forjar un nuevo camino, esta vez sin contratiempos, sin egoísmos, sin mentiras, sin pasado, sin maldad. Tan solo el amor, amor del bueno claramente. El amor que no lastima sino aporta.

—Felices diecinueve años, Beckham. —Dijo Andrew mientras sacaba una pequeña caja roja.

Mis piernas temblaron y, por un momento sentí que iba a desmallarme... ¡Por Dios, Por dios! ¡Va a pedirme que sea su esposa! Pensé. Llevé mis manos a mi rostro emocionada mientras sentía mi corazón latir desenfrenadamente.

Mientras esperaba ansiosa, Andrew abrió la pequeña caja ante mis ojos y, entonces la sonrisa se borró de mi rostro. Lo que contenía aquella caja no era un anillo de compromiso, era una pequeña pulsera con un pequeño corazón de dije. Observé a Andrew para sí asegurarme de que no hubiese notado mi estúpida expresión y lo ridícula que debí de haberme visto al pensar algo completamente diferente. Por suerte, él no pareció haber notado mi emoción anterior pero si pareció notar mi expresión de desilusión en el rostro.

—¿No te gusta? —Preguntó con el ceño fruncido.

—¡Si! —Respondí al instante mientras le sonreía. —Claro que me gusta, es precioso.

Andrew me sonrió y se dispuso a poner la pulsera en mi mano. Mientras lo hacía dijo:

—Quiero que lo lleves siempre. —Comenzó a decir. —Aquel dije. —Dijo señalando el pequeño corazón. — Es mi corazón, te lo entrego y me entrego completamente a ti, Beckham tú me enseñaste lo que era el amor y, debo decir que intenté esquivarte de todas las maneras que fueron posibles. —Tomó mi rostro entre sus manos. —No fui capaz de escaparme de ti, me perseguiste y ahora me tienes aquí, estoy aquí para ti siempre, siempre que me necesites. —Sus ojos azules me observaron de la manera más profunda jamás vista. —Te amo Beckham.

—Intentaré hacer mi mejor esfuerzo para nunca herir tu corazón. —Dije sonriente. —Soy completamente tuya Andrew, total y completamente tuya. En cuerpo, corazón y alma. —Sentí como mis ojos se llenaron de lágrimas por un momento. —Y también te amo.

Rodeé mis brazos en su cuello y lo besé mientras él apretaba mi cintura. En aquel lugar hicimos un juramento, sellamos nuestro amor y prometimos cuidarnos el uno al otro. Nos sentíamos poderosos en aquel momento, como si nuestro amor fuese a combatir todas las barreras que fuesen puestas por terceros.

Estábamos enamorados, eso ni dudarlo y después de tantas diferencias entre nosotros...Habíamos pasado del Egoísmo Al Amor.

LA HISTORIA DE ALYSSA Y ANDREW CONTINUARÁ EN DEL AMOR AL ODIO. ♡

Del Egoísmo Al Amor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora