Capítulo 6

1.2K 59 4
                                    

Andrew.

Solté un largo gemido mientras sentía todas las partes de mi cuerpo a punto de colapsar. Me tumbé a un lado de Samantha, la misma prostituta con la que había estado hace algunos días en aquel bar. Esta vez había decidido traerla a casa, por tres simples razones. La primera: No me gustaba tener sexo en un lugar que no fuera mi cama. Segundo: No me parecía un cuarto de bar un lugar digno para estar intimidando con una mujer. Tercero: No me había parecido nada limpio el lugar donde aquella mujer vivía y trabajaba.

Aunque tan solo conocía a Samatha desde hace algunos días, debo decir que me había agradado bastante como persona, además, era muy experimentada a lo que al sexo se refiere. Sin embargo, aunque era un poco mayor que yo, aquella mujer era joven para estar trabajando en aquel lugar tan poco digno para una dama. Me removí un poco para poderle observar el rostro, observé sus pechos rosados y su piel blanca y muy pálida, observé sus ojos azules chispeantes y grandes y su cabello demasiado negro hasta la cadera. En definitiva era bastante hermosa, no era el tipo de mujer con la cual me gustaría pasar el resto de mi vida. Pero había que apreciar la belleza de aquella mujer.

De pronto, sentí lastima y ganas de ayudarle a salir del tremendo hueco en el que se encontraba.

— ¿Has pensado dedicarte a algo diferente? —Pregunté con curiosidad.

Ella me observó divertida mientras me observaba, divisé en que el fondo se encontraba pensando la respuesta a mi muy entrometida pregunta.

—Si. —Mencionó bajando la cabeza. —Pero no tengo dinero para hacerlo.

— ¿Y qué es eso que te gustaría hacer? —Pregunté observándola con ternura, tal cual como solía mirar a mi hermana cada vez que se le ocurrían ideas locas.

—Sé leer las cartas, puedo decir que tengo un poder casi psíquico en la sangre. Me gustaría dedicarme a eso, sé leer las manos, el té...Pero no tengo el lugar ni los elementos necesarios para hacerlo. En el bar no me lo permitirían y aunque quisiera no podría, con lo que me pagan los hombres por acostarse conmigo tan solo me sirve para poder comer y comprar algo de ropa. —En sus ojos vi algo de tristeza. Unas ganas tremendas de poder ayudarla inundaron toda mi mente. —Ahora, si me disculpas ya me tengo que ir. —Dijo levantándose mientras tomaba su sostén del suelo y se disponía a colocárselo.

Me levanté de inmediato y le ayudé a abrochárselo.

— ¿Suele ser así de caballeroso con las mujeres siempre, joven Andrew? —Preguntó volteándome a ver.

—Yo podría ayudarte con el dinero. —Dije de improviso ignorando su pregunta anterior.

Negó con la cabeza mientras sonreía. Se dispuso a ponerse la ropa interior y demás prendas.

—No voy a dejar que lo haga. No tienes por qué hacerlo. De ninguna manera. —Dijo. —Ahora si me disculpas ya tengo que irme. —Repitió ya lista para marcharse.

—Bueno, por lo menos déjame darte para que tomes un taxi. Es muy peligroso a esta hora.

Sin decir ninguna palabra más, le pedí un taxi y tan solo demoró unos quince minutos en llegar. Samantha dio un leve beso en mi mejilla y se marchó. Yo me quedé parado observándola salir de la habitación y por unos segundos mi mirada se quedó en la nada, pensativo, aunque en realidad no me encontraba pensando en nada. Solo observaba una esquina de la habitación.

Luego, mi mirada se desvió hacia la ventana grande, dando vista hacia la ventana donde hace tan solo unas horas mis ojos se habían encontrado con los de Alyssa Beckham. Pensé en mi mala suerte, pues seguramente me la encontraría un parte de veces a través de la ventana, agregando que en su casa y precisamente en ese cuarto se encontraba un pequeño balcón con una pequeña mesa seguramente construida especialmente para ella. Observé las cortinas rojas de aquel cuarto y respiré hondo, recordando que mañana temprano comenzaría las prácticas y, mi infierno también.

Del Egoísmo Al Amor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora