Capítulo 32

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Andrew

Subí las escaleras del porche y toqué el timbre. Era una de las pocas veces que había entrado a aquella casa, tan despampanante y extrovertida, si, debía de admitir que mi familia también tenía mucho dinero, pero siempre nos habían gustado las cosas más al estilo victoriano. Al fin y al cabo aquella casa solía verse más solitaria de lo normal mientras que la nuestra siempre tenía ese toque hogareño que hacia querer quedarte todo el tiempo en ella.

Toqué el timbre una vez más y a los segundos abrieron la puerta. La madre de Alyssa me observó sorprendida y luego me sonrió de manera tranquila.

—Joven Donovan. —Dijo en forma de saludo. —Sigue, estás en tu casa.

Su marido no piensa lo mismo, pensé.

— ¿Cómo está, señora? —Dije una vez estuve completamente dentro.

Mientras ella respondía a mi pregunta tuve la oportunidad de hacer un rápido escrutinio. Era una mujer alta, extremadamente delgada para mi gusto, y rubia, muy rubia. Pensé en ese momento en Beckham y en el poco parecido que tenía con sus padres, sin embargo, decidí no hacer ningún comentario aunque lo quise.

— ¿Se encuentra Beckham? —Pregunté ya saliendo de mis pensamientos.

Ella frunció el ceño.

—Mi marido no ha llegado. —Dijo mirando su reloj. —Pero no debe tardar, si quieres puedo...

Solté una risa y negué con la cabeza. No me acostumbraba a llamar a mi novia por su nombre.

—No estoy buscando a Hudson. —Respondí. —Me refería a Alyssa.

Ella pareció confundida al principio y, algo dudosa, asintió con la cabeza para luego sonreír.

—Está en la piscina. —Observé alrededor buscando una entrada que me llevase hacia la piscina de la casa, pero realmente no tenía ni idea de donde quedaba cada cosa. —Vamos, te acompaño.

La seguí hasta llegar a una gran puerta de vidrio, solo vi una bata de baño y su teléfono celular en una de las tumbonas que allí se encontraban. La señora Beckham me brindó una última sonrisa y luego volvió hacia el interior de la casa. Yo por mi parte, crucé la puerta y me abrí paso en todo el alrededor de la gran piscina. Pude ver su silueta nadar hacia una de las orillas y, instantáneamente me quité la camisa y rápidamente las zapatillas para luego lanzarme hacia la piscina con ella.

Nadé lo más rápido que pude y, justo antes de que ella pudiese agarrarse de un borde para poder salir, la tomé de la cintura y la abracé a mi cuerpo, haciéndonos hundir un poco más de lo normal. Sentí como pataleaba con fuerza mientras intentaba zafarse de mi agarre, fue ahí cuando me di cuenta de que mi broma estaba siendo de mal gusto.

Tomé impulso nuevamente aun sosteniéndola en mis brazos, mientras ambos salíamos de nuevo a la superficie del agua y ella tosía de manera descontrolada. Definitivamente había sido una broma de mal gusto.

— ¡Suéltame, suéltame! —Gritó desesperada mientras pataleaba, todo intentándose alejar de mí.

—Cálmate, Alyssa. —Dije intentando tranquilizarla. —Soy yo.

—¡Que te alejes de mí!. —Volvió a gritar. —Suéltame, por favor. —Suplicó.

—Alyssa, soy yo, soy yo...—Hice que me mirara. —Soy yo, mi amor. —La abracé al ver que se había calmado al reconocerme.

Sentía su pecho subir y bajar descontroladamente.

—Pensé...Pensé que eras...—Su voz débil hizo que la abrazara aún más fuerte.

Del Egoísmo Al Amor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora