C O N F I E S A

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Vuelto, pues, todo el ambiente en nada menos que una bruma gruesa de tono blanquecino azulado gracias a la nieve descontrolada, los párpados de los servidores entrecerraron los ojos y buscaron alguna figura a su alrededor visible. No fue hasta después de varios segundos transcurridos en que les fue posible al menos observarse entre ellos medianamente. Y unos minutos fueron necesarios para que ya fueran capaces de mirar a lo lejos casi en su totalidad. El senescal acercó su persona con velocidad cuidadosa a la orilla de la caída procurando no tener el peligro de caer. Y buscó hasta lo más hondo con la mirada.

—Elsa... Elsa... —oía el llamado de su nombre, sin embargo, la chica apenas recuperaba la conciencia paulatinamente; y cuando su vista se agudizó hasta un estado normal, logró encontrar a aquel que pedía su atención: el peliblanco, que la observaba con leve preocupación— ¿Elsa? ¿Te encuentras bien?

—Yo... S-Sí, eso creo- —tuvo intenciones de rozar su frente con la palma, pues era parte de una manía que llevaba a cabo cada que recuperaba la consciencia, como cuando acababa de despertar; pronto notó que era una acción imposible de realizar, y al preguntarse cuál podría ser la razón de no poder mover las manos, consiguió notar cómo las tenía completamente congeladas y pegadas a las de su compañero de divertidas costumbres. Poco se avergonzó por semejante situación, pues la confusión reemplazó el sentimiento al haber intentado desaparecer el hielo que los apresaba y no haberlo conseguido.

—No logras descongelar el hielo, ¿no es verdad? —cuestionó Jack, pues percibió su expresión descolocada— Sí, yo tampoco lo logré —comentó recordando que poco antes del despertar de Elsa, él la hubo mirado enternecido por su angelical rostro dormido, hecho para generar ese cálido sentimiento que en su momento consiguió descongelar el más frío de los hielos, pero no funcionó en esta ocasión; lo que no contó el joven fue que el recordar le generó un rubor ligero pero que en gente de tan blanca piel como la de él se nota grandemente.

—¡Princesa Elsa! —se escuchó el eco de la voz del senescal, desde las alturas, con extrema preocupación— ¡Gracias al Señor se encuentra en buenas condiciones! ¡Dígame algo, por favor!

—¡Estoy bien, señor Kai! Aunque aún no sé cómo. —tranquilizó ella, genuinamente sorprendida.

—La nieve está demasiado fresca, ¿lo olvidas? —asistió JF— Gracias a ello caer sobre ella fue como caer sobre un montón de almohadas.

—¡Lo importante es que se encuentra bien! —volvió a hablar el señor de nueva cuenta— ¡Escúcheme, su alteza! ¡Puedo observar que las enormes rocas fueron movidas hasta casi caer, sin embargo no llegó a pasar, únicamente cayó la nieve que las cubría, unas cuantas rocas de menor tamaño y usted! ¡La manera en la que se encuentran justo ahora acomodadas las rocas más grandes me hace creer que cualquier movimiento en falso podría provocar el derrumbe total, así que si planea hacer uso de sus habilidades para salir de ahí, hágalo de la manera más rápida posible, puesto que de lo contrario podrían haber graves consecuencias!

—¡Señor Kai, no puedo hacerlo!

—¿Por qué lo dice, su alteza?

—¡Me es imposible usar las manos ya que se congelaron con un hielo que no logro desvanecer! ¡Y podría usar mis pies, mas no soy tan hábil con ellos que como con las manos, me sería difícil ser lo suficientemente rápida! —externó la rubia.

—Santo cielo... —murmuró el senescal volviéndose a sus amigos y mostrándoles gran preocupación en la fisionomía.

—Parece una situación grave —comentó Jack sonriendo de lado.

—¡En efecto lo es! —aseguró ella— Gracias a este hielo puede que todo se complique y nos suceda algo nada bueno. Lo último que quiero es no volver a ver a Anna, ¿acaso tú no tienes alguien en quien pienses cuando te encuentras en peligro?

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⏰ Last updated: Mar 08, 2021 ⏰

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𝑱𝑭 𝒆𝒏 𝑭𝒓𝒐𝒛𝒆𝒏 𝑰𝑰Where stories live. Discover now