C O M I E N Z A

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El camino que dibuja nuestro relato comienza con un rugido del viento.
Sí, el viento. Provocando una carcajada expulsada de una boca con los dientes presumiblemente más blancos en la historia, tan blancos como la nieve recién caída del cielo. Era Jack Frost, con sus dos brazos cubrió su estómago, creyendo que así quizás ya no le dolería por tanta risa. Abrió los ojos que llevaban un rato presionados con júbilo, al tiempo que se removió una divertida lágrima que bailaba en su mejilla. Extendió sus piernas en el suelo y levantó el torso, en busca de erguirse medianamente. En cuanto su espalda dejó de presionar el montón de nieve blanda debajo de ella, una enorme bola de ese mismo material blanco impactada en el rostro lo obligó a tenderse por completo, yaciendo de nuevo.

—¡Pausa, pausa! —alzó la voz el espíritu del invierno aún riendo, anteponiendo su mano extendida— ¿Cómo dices que te llamas? Phill, ¿no? ¡Detente, Phill, yo no fui!

Una figura peluda frente a él detuvo el lanzamiento de un futuro proyectil igual al anterior. Se trataba de un yetti, quien levantó una ceja, enviando una señal que se leía como una oportunidad para escuchar lo que JF quería decir. El mencionado de un brinco se puso de pie, con sus dedos sacudió los folículos blancos que componían su rebelde cabello, tirando cantidades pequeñas de nieve. Observó a su alrededor, buscando una pista que su amigo el viento le diera sobre la explicación de por qué había realizado tal acto, del que ahora el yetti lo hacía responsable.

—Escúchame, Phill —abrió los labios Jack—, sé que ya van dos veces que he venido acá con la intención de meterme a la guarida de Norte, y sí, quizás esta vez venía por lo mismo. Pero te juro que yo no fui el que te lanzó tanta nieve a la cara. ¡Fue el viento! Se descontroló un poco al parecer, no sé qué le haya pasado.

El peludo gigante lo miró sarcástico, y el espíritu del invierno por poco se empezaba a sentir avergonzado por proponer que el aire tenía conciencia cuando la ironía llegó a su mente al recordar con quien hablaba. ¡Por Hombre de la Luna, hablaba con el mismísimo pie grande! Esa criatura no tenía derecho de no creer en algo.

—Sabes qué eres, ¿verdad? Porque tú no tienes derecho a no creer en algo, eres una leyenda vivien... —JF se vio interrumpido por una ráfaga igual de salvaje que la anterior, que no sólo provocó el alboroto de la nieve como momentos antes había sucedido, sino que había jalado al peliblanco a lo más alto del cielo, provocando que las siguientes líneas dirigidas a Phill las produciera en sonoros gritos—. ¡¿Lo ves, Phill?! ¡Fue el viento, no yo!

El yetti lo miro irse lejos, apenas escuchando las lejanas ondas sonoras que la voz de Jack recitó, no le dio muchas vueltas al asunto y prefirió regresar a su puesto como guardia de la fábrica de juguetes del querido Santa Claus mismo. Ya colocado, dudó si creerle a Jack Frost; hace unos meses el chico travieso había llegado con las peores intenciones, ¡intentó meterse al área que él protegía! Y eso, por supuesto que, no lo podía permitir. Logró sacarlo con facilidad, aun con eso, el de cabello blanco regresó con aún más energía para su tarea, esa vez sí que le había costado evitar que el chico saliera triunfante. Unos meses habían pasado, pensó que ya se había rendido, cuando lo volvió a ver, volando a su dirección. Preparado lo esperó aterrizar, pero una enorme ráfaga de viento enterró al pobre yetti en la nieve, y justo un segundo después, las carcajadas de JF se hicieron notar. Por ello mismo le lanzó su semejante nada más recuperó la compostura. Ahora pensaba en si creer su corta e incoherente explicación, ¿debía creerle? Quiero decir, el yetti notó que Jack apenas iba llegando cuando en un instante le sucedió su tragedia, además no intentó nada más el joven, pues fue expulsado de la nada por el viento. ¿Entonces, acaso Jack Frost estaba diciendo la verdad?

¡No, no lo creo! Estamos hablando del rey de las bromas. Así mismo pensó el peludo y mejor se puso a pensar en el color en que pintaría los juguetes una vez que su turno de vigía terminara.

𝑱𝑭 𝒆𝒏 𝑭𝒓𝒐𝒛𝒆𝒏 𝑰𝑰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora