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Las proyecciones de cada martes en el salón principal del Planetario se consideraban como uno de los eventos principales de la ciudad. Gente de todos los barrios se acercaba a hacer fila para conseguir una de las limitadas entradas, las cuales daban acceso a un espectáculo magnifico e interesante en donde información era narrada mientras paisajes imposibles de imaginar llenaban los irises de cada presente.
Incluso si valía cada centavo, tal actividad no dejaba de ser cara, y por eso la gente se enojó cuando el proyector hizo una pequeña explosión y finalizó con el entretenimiento. Estaba roto y nadie podía hacer nada contra ello, porque una solución inmediata sería imposible gracias a la complejidad del aparato. Como muchos, Sol se levantó y empezó a abandonar el salón mientras otros peleaban con los empleados por alguna devolución o beneficio.
—Espera.
Una voz ligeramente familiar la llamó muy de cerca e hizo que frenara y volteara. Un hombre alto, estilizado y con cabello anaranjado en distintos tonos le tendía un pedazo doblado de tela con puntillas. Reconociendo su pañuelo, lo agarró y le miró de manera sospechosa al no sentirse del todo segura con una persona que usaba lentes de sol en plena noche.
—Gracias —apreció el gesto de devolverlo.
—Estaba sentado a tu lado y al levantarte cayó sobre mi zapato —explicó, una sonrisa formándose en sus finos labios.
Aquella mueca sirvió para que su mente conectara todas las características físicas y comprendiera con quien hablaba, de repente entendiendo la razón de que intentara pasar desapercibido con algún accesorio.
—No puede ser, ¿e-eres...?
En menos de un segundo, el excéntrico y talentoso David Bowie estaba pidiéndole silencio. Se acercó como si quisiera proteger el conocimiento que poseía y analizó los alrededores, para su alivio nadie observándolos por mucho tiempo o hallando su identidad.
—¿Te interesa la Astronomía? —preguntó Sol con ilusión.
—Si, y me gusta apreciarla en el anonimato —respondió, en su voz notándose cierta severidad.
—No diré nada, lo prometo —dijo esperando tranquilizarlo.
—Bien, gracias —asintió mientras se cruzaba de brazos.
Con un llamado del encargado, aquellos que se estaban yendo pararon y regresaron a recibir un papel firmado que les otorgaba pase libre al resto de las instalaciones como disculpa por el show interrumpido.
—Esto es genial —dijo Sol con bastante alegría, ya que no debería esperar a reunir dinero para regresar.
—¿Cuándo volverás? —preguntó David dejando de ver el permiso.
