Me quedo pensándolo, tiene razón, vamos en la misma dirección, irme en un taxi con un desconocido es casi lo mismo que irme con el. Así que asiento y quito sus manos de mis hombros, comienzo a caminar pero fracaso, me voy de un lado a otro como si no pudiese controlar mi cuerpo y es que en verdad no soy capaz ni de controlar mis propios pensamientos. Esta vez si se me escapó un poco de las manos el beber, mañana no podré siquiera levantarme de la cama y tengo un largo turno de trabajo que cubrir.

— Sube otra vez. — Dice amablemente. — Te sostendré hasta que encontremos un taxi, tengo miedo de que te caigas y te lastimes.

Se agacha frente a mi dándome la espalda, esta siendo muy atento conmigo y me está dando curiosidad de que lo sea, apenas nos conocemos, pero tengo demasiado alcohol recorriendo mi cuerpo como para que en estos momentos me impide, así que doy un pequeño brinco subiendo a su espalda y cuando se pone de pie sus manos se aferran sujetándome desde mis muslos para que no me resbale y caiga sobre el piso, sus manos aprietan mis muslos de una forma maravillosamente excitante -a mi parecer o por producto del alcohol- pero me gusta como se siente, así que casi como un jadeo suspiro contra su cuello.
No dice nada y quiero hablarle, pero mis labios siguen entumecidos por el alcohol, él solo sigue caminando y cada vez me relajado más en su espalda, mi cuerpo debe pesar sobre el suyo, pero no tengo la fuerza para hacer nada más que seguir ahí sobre su anchos hombros, sin embargo me las ingenio para decir.

— Lamentó pesar tanto, Johnny y que me tengas que llevar a casa cuando ni hemos venido juntas. — Me contengo de llorar avergonzada. — Lo siento.

— Está bien ya te disculpaste y al menos somos vecinos, así que no es una molestia. — Se ríe.

Dormiteo mientras el tararé una canción con su cálida voz, solo por algunos minutos, hasta que subimos a un Taxi. Todo el viaje es silencioso y lucho por no dormirme y que me tenga que cargar otra vez, cuando llegamos aún tambaleando me bajo del taxi, me subo otra vez a su espalda por que nos esperan unas largas escaleras que ambos sabemos que no podré subir.
Cuando llegamos arriba luce cansado, pero creí que podría estar peor, eso confirma mi sospechas de que el se ejercita. Se tropieza con los maceteros de mi abuela alrededor de la entrada cuando ingresamos en la propiedad y me río torpemente, pongo mis manos sobre su hombros y me inclino un poco hacía atrás para ver con claridad, pero sigo viendo borroso además de que está levemente oscuro y me doy cuenta que no llevo mis gafas.
Las luces de la casa están apagadas y debe ser pasado la media noche o quizás más tarde, no lo sé con claridad.

— Silencio, SuJin debe dormir. — Lo hago callar riéndome. — ¿Donde están mis gafas?, ¿las perdí? Maldición, salieron muy costosas, debemos volver para recuperarlas o no podré ver bien los siguientes días.

— Estás tu haciendo ruido y te las quito tu amiga, las guardo en tu mochila. — Dice debajo de mi. — Dime, cual es la clave.

— ¿De mi corazón? — Murmuró riendo con timidez. — Ninguna, tú..- solo debes entrar, está preparado para ti.

Se ríe ñ, muy fuerte, notoriamente divertido y me avergüenzo rápidamente, estoy ebria pero aún así me doy cuenta de lo que  acabo de decir, me arrepiento desesperadamente.

— Yo...

— Me refiero a la puerta, no puedo dejarte aquí, hace mucho frío además. — Dice sin dejar de reír. — Gracias por entregarme tu corazón Hatsumi, lo cuidare.

Escondo mi cabeza entre su cuello con esencia a él al perfume que utiliza. Lloriqueo sobre su espalda, siento que todo el alcohol a desaparecido de mi organismos después de lo que acabo de decir.

—  ¿Recuerdas la contraseña?

— Si, es diez, doce y noventa y seis. — Cierro los ojos mientras digo los dígitos que recuerdo.

— Es incorrecta. — Me acomoda sobre su espalda y rodeó su cuello con mis brazos para ver mejor apoyando mi mejilla sobre su nuca, huele maravillosamente bien.

— Lo hiciste mal. — Me quejó y su mano aferrada a mi muslo me da un leve apretón que me pone de los nervios. — Otra vez, es diez, quince y noventa y siete.

— ¿Que? — Deja de ingresar los dígitos que le estaba enumerando y intenta girarse a mirarme, pero lo tengo muy abrazado como para que pueda hacer algún movimiento. — No dijiste la misma hace dos segundos atrás Hatsumi, acabas de decir dos distintas.

— Claro que no Johnny, tu la escuchaste mal. — Mi cabeza se pega contra su cuello ahora y inhalo e exhalo sintiendo el aire frío congelarme el rostro, de seguro mi nariz ya esta roja.

— Está tampoco es correcta. — Susurra y sus manos en mis muslos me mueven de arriba abajo para calentar sus manos y también para acomodarme sobre su espalda por que me resbalo y todo se me aprieta desde el estómago hasta el pecho por la forma en que me toca y no porque sea algo grotesco o porque esté aprovechándose de mi, en absoluto.

— ¡No la recuerdo! — Lloriqueo, solo falsamente. — ¿Que vamos a hacer? Voy a tener que dormir aquí o..

— Tendremos que despertar a alguien. — Me interrumpe. — ¿Alguien puede abrir? ¿Tus padres?

Toca el timbre cuando no respondo, me quedo con las palabras en mi boca, pensar en mis padres me hace querer gritar, rendida apoyo mi mentón contra su hombro mirando hacía el frente angustiosa, segundos después la puerta se abre y mi abuela con su pijama somnolienta abre la puerta entrecerrando los ojos por las luces encima de nosotros, le sonríe a él y a mi me mira sorprendida, me levanto del hombro de él y le sonrió o es lo que intento hacer, riendo.

— ¿Hatsumi, qué pasó? — Mi abuela siempre a tenido una voz muy suave que incluso cuando esta alterada no se le nota. — ¿Te encuentras bien?

— Bebí, con DaeJun. — El alto hombre aún me sostiene sobre su espalda y ella lo mira otra vez.

— ¿Pero donde está Daejun? — Pregunta ella acostumbrada a que él siempre es el que me trae a casa en estas condiciones, no sobre su espalda, prácticamente me arrastra por que no tiene fuerza alguna.

— ¡Oh! — Intentó pensar en mi amigo. — No lo se, yo- no lo se, pero él se ofreció a traerme, él..-

— Johnn, un placer conocerla señora. — Le hace una reverencia conmigo en su espalda y siento náuseas por el movimiento.

— Es un placer también Johnn. — Mi abuela me fulmina con la mirada, conocer a gente en pijama no es de su agrado. — Su habitación está al fondo, ¿serías tan amable de llevar hasta ahí?

Él asiente y ella se adelanta encendiendo las luces para que él no tropiece. Camina conmigo colgando de su espalda, ya a estas alturas ni siquiera me afirmo, solo sus manos me sostienen firme desde mis muslos y llegamos a mi habitación rápido, mi abuela va por un vaso de agua y él lentamente me baja de su espalda hasta que mis pies torpes tocan el suelo pero me sujeta rápido cuando siento que voy a caer hacía atrás, mis ojos se cierra levemente y esta mirándome fijamente, esta vez estoy rindiéndome al sueño y cansancio.
Veo a mi abuela entregarle el vaso de agua y ir directo a su habitación después de volver a agradecerle, justo cuando creí que lo despediría, ella cierra la puerta de su habitación sin importarle la situación, dejándome ebria y sola, más bien acompañada por un desconocido.
Siempre me dice que yo tengo que hacerme cargo de mis problemas o las escenas que suelo causar, pero estoy demasiado ebria para decir algo coherente y sobre todo tener a un hombre en mi habitación.

Así que abuela; hola, ayúdame a no quedar más en ridículo frente a él.

— Bebé un poco de agua Hatsumi. — Me ofrece Johnny. — Te ayudará con la resaca de mañana.

— Gracias. — De un largo trago me bebo el vaso rápidamente.

— Bien, me iré, buenas noches. — Dice y tomó su brazo, me mira rápidamente.

— Quédate. — Susurró sin soltarlo.

— Yo- no debería. — Dice él rápidamente. — Tu debes descansar y mañana sentirás vergüenza de todo esto, lo dijiste durante todo el camino.

— Por favor. — Me aferro a su cuerpo por un costado en un torpe abrazo mientras el me mira. — Creo- creo...que voy a vomitar.

❥ 𝗳𝗲𝗲𝗹𝗶𝗻𝗴 𝘁𝗵𝗲 𝗹𝗼𝘃𝗲  | | ➳ Johnny S.        Where stories live. Discover now