EPILOGO

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Las invitaciones habían llegado hacía un mes. Las lechuzas habían volado en busca de confirmaciones por doquier. Nadie se lo esperaba ya a esas alturas. Pero era cierto… los Gemelos Weasley se casaban.

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- ¿No pensarás ir así vestida a una boda, jovencita? – Dijo Draco al ver a su hija bajar las escaleras con un corsé negro y una falda plisada.
- Papá, no me rayes… - protestó ella poniendo los ojos en blanco. – Mamá ya lo ha aprobado.
- No me creo ni una palabra, vuelve ahora mismo a tu cuarto y ponte algo más apropiado… A eso le falta mucha tela… ni siquiera puedo encontrar algo de tela, para ser exactos.
- ¡No te pases! –
Protestó furiosa - ¡Oyéndote hablar cualquiera diría que voy desnuda!
- Drake, cariño…
- llamó Hermione desde el piso de arriba - ¿Puedes venir un segundo, por favor?
- Voy… -
cogió a la muchacha por un brazo y se la llevó consigo – Ve a cambiarte – Le ordenó furioso.
- ¡De eso nada! – Zafándose del agarre de su padre con un movimiento fluido y bajando por las escaleras riéndose – Siempre es lo mismo contigo, papi.
- Esta niña acabará conmigo… -
murmuró negando con la cabeza y entrando en su dormitorio donde le esperaba Hermione. - ¿Me necesitas…? – No pudo decir nada más pues los labios de su esposa contra los suyos se lo impidieron.
- No discutas con Morgausse… - deshaciendo el nudo de su corbata y desabrochando su camisa – Es duro para ella que sus padres parezcan dos adolescentes… - riéndose mientras Draco la alzaba en sus brazos - …y que se comporten como tales.
- Sólo espero que los Potter tengan el mismo problema dentro de seis años…
- rió Draco besando a su esposa. – Por partida doble…

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Llegaron a la mansión en que tendría lugar la boda en una limusina, en la entrada se encontraron con Neville y Luna Longbottom a los que acompañaba su hijo Franklin. De inmediato Morgausse se fue con el joven Longbottom, eran grandes amigos y se llevaban bien a pesar de que ella iba un curso por delante en Slytherin y él en Gryffindor. En muchos aspectos eran inseparables, les hacía mucha gracia que todo el mundo dijese que eran novios, pero para ella, el pequeño Frank era como un hermano y ni por asomo podía llegar a imaginarse nada con él.

 

- ¡Estás preciosa, M! – Silbó el muchacho al verla.
- Díselo a mi padre… - sonrió ella. – Tú tampoco estás nada mal, Frank. – Cogiéndolo del brazo. – Me alegra que vinieses, creo que me aburriría mucho sin ti.
- M, se casan tus padrinos… no creo que nos aburramos ni un minuto.
– Los dos se rieron.
- Menuda locura esta de casarse les ha entrado… - murmuró Neville viendo a los chicos alejarse – ¿Os acordáis cuando se metían con nosotros porque estábamos casados?– Saludó sonriente.
- Perfectamente… No hacían otra cosa que reclamar su soltería a pleno pulmón – Estrechando su mano. - ¿Aún siguen en pie los invernaderos?
- Claro que sí, Draco… Incluso estoy hablando con Dumbledore para ampliarlos…
- Hermione… ¿Sabes que todas las mujeres te van a odiar por seguir exactamente como hace diecisiete años? –
Dijo Luna asombrada de lo hermosa que iba Hermione, luciendo las primeras joyas que Draco le había regalado, como un privado recordatorio para su marido.
- Lo sé, pero luego te mirarán a ti y verán a otra belleza… no sabrán a quién odiar más. – Las dos se rieron pues era cierto que Luna estaba preciosa y la felicidad la hacía relucir.

Draco y Hermione, EncontrándoseWhere stories live. Discover now