31.- Horcruxes.

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Transcurrieron dos meses antes de sentirse suficientemente seguros para salir del refugio que era la escuela. Realizaron varias excursiones a Londres y otras ciudades de Gran Bretaña para poder estudiar el ambiente tras los ataques orquestados por Voldemort sobre la comunidad mágica; descubrieron que el mundo muggle no había sufrido la peor parte, aunque también se resentía y quizás eran los que peor lo pasaban ante la incertidumbre de lo que sería de sus vidas, el mundo mágico había sufrido graves bajas, muchos de los magos que vivían plácidamente en medio del mundo muggle habían sido brutalmente asesinados en frente de sus seres queridos, otros torturados por medio de cruciatus ante los que aún vacilaban para servir de ejemplo…

Mas por ventura pudieron observar que algunos se habían refugiado de la misma manera en que habían hecho hacía ya siete años: habían encerrado a los que más amaban dentro de la mente de uno solo.  Muchos incluso habían lanzado hechizos protectores sobre las casas de sus vecinos muggles, pues entendían que ellos no eran más que peones en una batalla en la que ni siquiera debían estar, mucho menos conocerla.  Aquello provocó que algunos de los refugiados se atreviesen a volver a sus casas para poder aligerar la carga del colegio.

Draco y Hermione habían decidido volver al que habían decidido llamar hogar, invitaron a los otros dos matrimonios a que se uniesen a ellos y así no estar completamente solos, sin embargo, los Longbottom habían preferido ir a vivir con la abuela de Neville y los Potter se mudaron a Grimauld Place. Las tres parejas deseaban intimidad, quedaba claro, tras pasar tanto tiempo en el colegio recluidos en las habitaciones tan solo ansiaban disponer de sus hogares. Mas todos permanecieron en contacto entre ellos y entre el castillo, sobre todo Hermione y Luna que se iban intercambiando datos acerca de sus respectivos embarazos.

De esta manera siguió transcurriendo el tiempo, no habían abandonado la búsqueda que Dumbledore les había encomendado aunque sí tuvieron que reconocer que habían llegado a un punto muerto. No sabían dónde podía Voldemort haber escondido los Horcruxes y mucho menos llegaban a imaginar qué objetos habría usado para crearlos. Sus divagaciones oscilaban siempre entre distintos elementos de los fundadores de Hogwarts, pues había quedado claro que el Lord Oscuro se sentía muy identificado con ellos y sobre todo con Salazar Slytherin; dudaban ante todo sobre qué objetos habría podido llegar a encontrar pues todo lo que en verdad guardase relación con los fundadores de la escuela se encontraba en la propia escuela, salvo muy escasas excepciones que se sabía estaban a buen recaudo en museos o colecciones privadas.

Otra de las preocupaciones que tenían los Malfoy era sobre todo el embarazo de Hermione, ella estaba bastante confiada al respecto de ser capaz de superarlo sin ningún contratiempo pero Draco le pedía constantemente que volviesen al castillo para poder ser tratada por Madam Pomfrey. En más de una ocasión se había planteado la posibilidad incluso de raptar algún medimago de St. Mungo pero cada vez que planteaba esa idea Hermione le obligaba a descartarla por los riesgos que entrañaba.

Malfoy’s Mannor.

Ambos disfrutaban de la lectura en el salón principal mientras escuchaban una suave melodía de piano que Wolfie, el elfo doméstico, había solicitado interpretar. Hermione estaba recostada en una chaise longe con las piernas apoyadas en el regazo de su marido que acariciaba distraídamente su ya muy abultado vientre.

- ¡Ay! – Hermione exclamó haciendo una mueca de dolor.

- ¿Qué ocurre? – Draco se tensó inmediatamente, arrojando el libro por encima del hombro y concentrándose en su esposa - ¿Qué pasa, cariño? – Su voz era suave, no deseaba alterarla.

- No debe ser nada, sólo es una molestia. – Suspiró Hermione, aunque sabía que no había engañado a Draco – Seguro que se me pasa pronto – acariciaba su abdomen de manera inconsciente.

Draco y Hermione, EncontrándoseWhere stories live. Discover now