Capítulo 24: Vampira enamorada

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—¿Tienen alguna idea de por qué los sacrificaron? —me sorprende oír a Anastasia, que parece haberse relajado y estar interesada en el tema de las extrañas muertes.

—Gabriel cree que quieren invocar a un demonio, pero solo con los cuerpos y sin descifrar el significado de las marcas no podemos estar seguros de a quién intentan invocar —Paula explica.

—Nosotros mientras estaremos investigando sobre Dessire a ver si encontramos algo de su existencia —dice Romina.

—Si eso es todo, iré a darme un baño. —Las dejo en la habitación, quiero ir cuanto antes por ese té.

Me deshago de la ropa, y observo mi rostro en el espejo. Sigo estando tan pálida como el primer día, mis ojos grises están sombríos y algo rojos... y de repente solo hay un rostro cadavérico, mirándome.

Me muerdo el labio para no gritar, cierro los ojos con ferocidad. Mis pesadillas no tienen sentido, cada una es diferente y ninguna parece tener relación con las otras. Cuando no estoy escapando, estoy muerta, cuando no estoy siendo atacada, estoy siendo secuestrada. Esa es la última en la lista.

Abro los ojos, y mi rostro vuelve a estar reflejado en el espejo. Pudo haber sido producto de mi imaginación, pero eso no me hace sentir mejor, así que tomo una toalla y la extiendo por encima del espejo cubriéndolo por completo.

Así está mucho mejor.

Abro la regadera y dejo que el agua fría se deslice por mi piel desnuda.

No sé cuánto tiempo llevo debajo de las frías gotas que dispensa la regadera, lo único que tengo claro es que me siento mejor, más relajada.

Encuentro a las chicas en medio de una conversación que muere al cruzar el umbral de la habitación, Romina sostiene un sobre.

—¿Por qué se han detenido? —pregunto.

Anastasia está algo nerviosa, como si estuviera ocultando algo. No es muy buena mintiendo. Lo veo en sus manos, tiemblan un poco. En cambio, Romina solo al principio se vio sorprendida, fue una cuestión de segundos, ahora tiene el rostro de vampira fría de siempre.

—Es que... —comienza a decir Romina.

—Es que Romi está enamorada —dice Anastasia, dejando atrás su nerviosismo.

Los ojos de la vampira cambian de color en una ira contenida.

Me dejo caer en la cama. Entre ellas y Santiago tienen un secreto, sobre mí. Si han descubierto algo ¿por qué no me dicen?

—¿De verdad? —pregunto. Pero solo obtengo un gruñido inhumano de la vampira—. ¿De quién se trata? —insisto. Aunque ya tengo una muy buena idea de quién es.

—Nadie importante —dice Romina entre dientes con los brazos cruzados y la mandíbula tensa. Pero lo más sorprendente es que no lo ha negado.

—Se trata de Dimas —la voz de Anastasia seguramente se escuchó en las habitaciones contiguas a las nuestras.

¿De quién más podría tratarse?

—Voy a succionar hasta la última gota de la sangre que recorre tu cuerpo —gruñe Romina.

—No antes de que yo me encargue de que toda la academia se entere de tu amor por el argel —replica Anastasia con una sonrisa en los labios.

Cuando no es contra Karla, es contra Anastasia.

—Inténtalo —la reta la vampira—, veamos qué tan lejos puedes llegar.

—Veamos —Anastasia acepta el reto.

Renacer. Luz de Medianoche (libro 1)Where stories live. Discover now