Capítulo 33: Renacer

5.3K 512 33
                                    

Capítulo 33:
Renacer

No sé cuánto tiempo llevamos sentados sin decir ni una sola palabra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No sé cuánto tiempo llevamos sentados sin decir ni una sola palabra. No podemos dejar la mansión, lo más lejos que podemos ir es al jardín, donde nos encontramos ahora. Él sostiene el sobre donde mi vida se encuentra resguardada y oculta. Mientras, yo observo la daga que él usó para matar al vampiro, es delicada y sutil. No parece estar diseñada para matar, desprende un aura tan pura, pero aun así acabó con la vida de alguien.

—¿Me vas a dar ese sobre de una buena vez, o tengo que quitártelo de las manos? —expreso llena de curiosidad y al mismo tiempo angustiada por la veracidad que puedan tener mis pesadillas.

Él alza la mirada, sus ojos verdes están risueños, ocultos por unas largas pestañas. Luego mira el sobre. Con indecisión lo deja sobre la mesa.

Dejo la daga también sobre la mesa.

—¿Por qué eres tú quien está aquí? —pregunto. Todos los demás están con la muerte de Diana y ahora con la del traidor—. Pudiste haberme dado el sobre e irte.

—Ya todos sabemos lo que hay en el sobre. Ellos piensan que lo mejor es que no sepas nada, creen que estás mejor sin conocer tu pasado, yo difiero de esa opinión. Además, soy el único que puede entenderte.

Tomo el sobre y paso la yema de los dedos por el borde. Todas las repuestas están en su interior.

—Hablas como si hubieras pasado por mí situación. —Lo abro, acaricio las hojas en su interior, mi pasado por fin está en mis manos.

—Es posible —es lo único que dice.

Saco las hojas antes de arrepentirme. Tengo un nudo en el estómago, un susto que parece irreal, pero que me hace acobardarme. Lo primero que ven mis ojos es una foto de una chica de cabello oscuro sujeto en una coleta que cae sobre su hombro, cabello liso y brillante, alegres ojos grises, y una sonrisa inocente. Viste un uniforme escolar que he visto en mi cuerpo, en mis pesadillas. El nudo en mi estómago crece hasta asfixiarme.

—Respira —susurra Dimas con tranquilidad, pero sus manos en movimiento sobre la mesa dejan traslucir su inquietud. Respiro despacio, en busca de que el nudo vuelva a hacerse más pequeño, o mejor, desaparezca.

Dejo que mis ojos examinen la información, el mismo nombre de ese sobre que estaba en mi cintura cuando llegue a Luz de medianoche está reflejado en el papel. Ya no hay marcha atrás, la verdad me reclama. Una fecha de nacimiento es suficiente para comprender el origen de mis pesadillas, o por lo menos algunas de ellas.

—16 de noviembre de 1995 —digo aterrada ante la realidad. Estamos en 2032, han pasado muchos años desde mi nacimiento.

—Han pasado veinte años y tú sigues siendo igual a la de la foto. —Mi respiración se vuelve más pesada e irregular—. Creo que no es necesario que veas lo demás, mejor te cuento la historia.

Renacer. Luz de Medianoche (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora