Capítulo 5: Iniciada

6.2K 553 14
                                    

Capítulo 5:
 Iniciada

Anastasia saca un buen pedazo de cabello hacia delante, donde cortará mi flequillo y lo pintará de azul

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Anastasia saca un buen pedazo de cabello hacia delante, donde cortará mi flequillo y lo pintará de azul.

Mientras, su novio y Romina observan desde el sofá.

Veo como un pedazo de cabello cae a mis pies, ya no me está pareciendo muy buena idea, pero ella me aseguró que solo cortaría el flequillo, nada de tocar el resto de mi cabello. Me relajo cuando el flequillo toca mi frente y casi cubre mi ojo izquierdo. Ya ha terminado el corte, ahora va la pintura.

Las manos de Romina se mueven ágiles. Saca de una cajita un tubo de color azul y letras plateadas, lo perfora con la misma tapa y presiona contra el envase que sostiene Ronald. No transcurren ni tres segundos cuando lanza el tubo vacío a la papelera, y encesta sin siquiera mirar. Otro envase está en sus manos, un líquido blanco y viscoso...

Mientras, Anastasia unta un ungüento en mi flequillo y luego lo envuelve en un pedazo de papel de aluminio.

—Ahora hay que esperar un poco —dice ella. Se deja caer al lado de su novio.

—¿Esto para qué es? —pregunto señalando el papel aluminio sobre mi cabeza.

—Para aclarar esa parte de cabello y poder pintarlo —dice Romina con voz monótona. Hace girar una brocha en el interior del envase que hace unos segundos estaba en manos de Ronald.

—¿Y Karla? —pregunto casi en susurros.

No la he visto desde lo que pasó en el comedor y ya es bastante tarde. Los ojos de Romina se vuelven dorados, y la velocidad en sus manos se vuelve inhumana.

—Romi —dice Anastasia, y ella se detiene.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gusta que me llames así? —gruñe.

—Karla está reunida con la manada, si logra venir será a altas horas de la noche —explica Ronald—. Casi nunca está aquí, la manada pasa mucho tiempo en el bosque.

—¿Siempre es así? —Mi pregunta desata una furia en Romina.

—¿Por qué no puedes parar de preguntar? —Los ojos de Romina han vuelto a la normalidad, pero su voz es como si fueran cuchillas.

Contengo la respiración. Pero no por lo que ha dicho, ni siquiera por la manera, más bien porque su tono ha removido algo en mi mente, desatando voces sin rostros.

—¿Qué has decidido? —una voz gruesa de hombre grita a mis oídos. Mis ojos están ciegos a los portadores de las voces, pero bastante claros para observar la habitación, a Romina con su mirada fría sobre mí.

—No voy a ser una de ustedes —escucho mi propia voz responder entre sollozos. Pero esas palabras no salen de mis labios, solo están en mi mente.

Renacer. Luz de Medianoche (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora