Capítulo 30: Transición

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Capítulo 30:
Transición

Capítulo 30:Transición

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La academia vuelve a tener vida. Ya no se siente vacía como hace horas, pareciera como si todo hubiera sido un mal sueño. Las actividades se han retomado con la mejor normalidad posible, para no alarmar a los estudiantes más jóvenes y nuevos de la academia. Es domingo, y se suponía que todos los estudiantes deberían estar pasando un agradable fin de semana con sus familiares, pero el ataque a la academia los ha hecho volver a todos, o por lo menos a casi todos.

Comenzamos a alejarnos de las instalaciones de la academia, nuestro rumbo va en dirección al denso bosque. Una fresca brisa mueve las hojas de los árboles, y levanta levemente las que han caído en el suelo.

—¿Por qué nos alejamos de la academia?

Dimas va delante de mí, su andar inspira seguridad. No se gira para responder. Sus pasos son largos, y cada cierto tiempo establece una buena distancia entre nosotros.

—No podemos tenerla en la academia, aterraríamos a los más jóvenes. Lo que ha ocurrido con Diana aún se mantiene oculto, estamos intentando todo para hacer retroceder la transición —explica—. Nadie tiene que saber lo que está ocurriendo.

—Lo he comprendido.

Pierdo la noción del tiempo mientras nos internamos en el bosque, por momentos este lugar me recuerda un poco a mis pesadillas. Es bueno que el sol se encuentre ardiente en la cúspide del cielo, eso me tranquiliza y mantiene mis malos recuerdos a raya. Me concentro en poner un pie delante del otro, para mantener el paso de mi compañero, que lleva bastante prisa. Cuando me doy cuenta estamos cerca de una extensa y solitaria carretera, esto me recuerda a lo primero que mi mente ha registrado. La salida del bosque, el pavimento negro y caliente, mi larga caminata hasta alcanzar el camino de tierra que me condujo a la academia. No es muy diferente en realidad. Cruzamos la carretera asfaltada, y entramos en contacto nuevamente con la naturaleza.

—Ten cuidado —me advierte—, en esta zona hay muchas raíces sobresalientes de la tierra.

Él se mueve con agilidad y rapidez, esquivando cualquier obstáculo: raíces, ramas o piedras. Intento hacer lo mismo, pero no cuento con esa misma destreza para moverme, por lo que me he quedado, como ya en un par de ocasiones, rezagada. Mientras, él marca su camino invisible hacia un lugar desconocido para mí.

—¿Has leído el contenido de la carpeta? —pregunto con la esperanza de que me revele algo.

Lo veo ladear la cabeza. Dejo escapar un suspiro de resignación y entonces él habla:

—Sí, todos lo hemos leído. Y para que te quedes tranquila, la información que allí se encuentra sobre la vida que has olvidado y su desenlace han confirmado mis sospechas.

—¿Tus sospechas de que soy alguien muy importante? —pregunto.

—Exacto. —A este ritmo no voy a conseguir mucho de él.

Renacer. Luz de Medianoche (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora