XVII. [P.2] S U F I C I E N T E

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¿Ya me dirás a dónde vamos? ─ Rompió el silencio con su voz rasposa y profunda. ─ Dijiste que me llevarías con tu hermano.

No mentí.

Estábamos a un par de cuadras del hospital, por lo que supuse que era un buen momento para decirle. Aparqué el auto en una esquina para no arriesgarme a que nos vieran. ─ Escucha, hay un par de cosas que debes saber sobre Martín, y no te las dije porque creí que estaban solucionadas en su momento. Pero no lo estaban, por lo menos no del todo, y...─ No pude terminar porque como siempre se adelantó a sacar sus propias conclusiones.

─ ¿Me estás tratando de decir que mi hijo es una especie de adicto?, ¿Consume drogas o algo por el estilo?

─ ¿Qué?, ¡Por supuesto que no, Martín es un chico sano! Déjame terminar, por favor. ─ Suspiré. ─ Hace poco más de dos años Martín comenzó una relación con un imbécil que es dos años mayor que él. ─ Mi padre frunció el ceño. ─ No tienes que decirlo, fue mi culpa, lo descuidé tanto que él tuvo que buscar cariño y atención en otra persona, sobre todo porque mamá acababa de morir y yo tuve que hacerme cargo de los gastos. No voy a negarlo, lo ví un par de veces y nunca me dí la oportunidad de hablar con él y conocerlo, yo tenía mis propios asuntos y mientras Martín estuviera ocupado saliendo con ese tipo yo iba a poder enfocarme en ellos.

Le conté el resto con lujo de detalles, desde Dante hasta su repentina arrogancia durante su estadía en casa de Isaza; desde el principio tuve la doble intención de hacerlo sentir jodido por no estar ahí para proteger a Martín, y lo conseguí, después de mi explicación pude notar su semblante incómodo y culposo, incluso soltó algunas lágrimas. Eso me hizo sentir un poco mal, pero no iba a restarle detalles a una cruda verdad, yo lidié con ella estos años y ahora me toca compartirle un poco de la carga.

Tardó varios segundos en procesar la información, pero al final terminó comprendiendo.

¿Tendré que esconderme, verdad? ─ Sabía que no era tan tonto como lo parecía.

Si quieres ver a Martín, sí. - Resolví. - Escucha, Villamil seguramente estará con su amigo en el hospital, no puedo permitir que te vea y comience a hacer preguntas que no podré responder. Tú y el abogado se quedarán en la cafetería y no saldrán de ahí hasta que yo vuelva y te diga que es seguro.

Aún no me he olvidado que hay una persona con evidente incomodidad en el asiento trasero de mi auto. El abogado me agradeció con la mirada por notarlo, pero será mejor que no se haga muchas ilusiones porque me he olvidado de su nombre.

De acuerdo, pero cuando tengas noticias de Martín baja a decírmelas. ─ Asentí rodando los ojos.

Los tres descendimos del auto y tomé la decisión de adelantarme para no levantar sospechas, ellos me siguieron pero a un paso un poco más lento. Después de caminar unas cuadras llegamos al hospital por caminos separados, guié mi vista a la dirección de mis acompañantes y al comprobar que su destino era el que les encomendé pude ingresar al hospital.

 Después de caminar unas cuadras llegamos al hospital por caminos separados, guié mi vista a la dirección de mis acompañantes y al comprobar que su destino era el que les encomendé pude ingresar al hospital

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R E V E N G E | Villargas / IsargasWhere stories live. Discover now