XXVII. D O L O R

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Disfruten y felices fiestas a todxs :D

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[ Martín ]

Decir que hay que mantener una buena actitud ante los problemas está sobrevalorado para mí. 

De alguna forma, el verme desplomado sobre el sofá con una taza de té caliente entre mis manos, con los ojos hinchados y las manos temblando me hace sentir más conectado con la realidad.
El dolor que siento me regresa mi humanidad, pero también me genera una sensación de nostalgia que es difícil de explicar.

Ese dolor me hizo levantarme de la cama, aún cuando fue mi primera noche en mucho tiempo en la que logré conciliar el sueño. Maldigo por eso, pero no me sorprende en lo absoluto, he renunciado  a mi vieja tranquilidad en el instante en el que decidí callar.

Me vuelvo en los recuerdos de esta tarde emitiendo un suspiro... Sé que besarlo estuvo mal, y sé que es peor no sentir arrepentimiento, pero estos sentimientos por Isaza me rebasan y me roban las pocas fuerzas que me quedan para seguir adelante. ¿Será posible poder terminar con ellos? Romper con esta cadena de acontecimientos entrelazados que poco a poco me van cortando la respiración... Me abstengo de darme a mí mismo una respuesta, una respuesta que a pesar de brillar en mi mente con una luz tenue, es dolorosa de aceptar.
Vuelvo a estar solo en esta casa, pero estas frías paredes me hacen procesar con claridad, sin ruidos molestos que puedan perturbarme más; el aire se cuela por la ventana permitiéndome escuchar los alaridos del viento.

Ahora entiendo las palabras de mi padre: "las noches en la cárcel son frías y ayudan a pensar"; puede que no esté encerrado tras una pared de barrotes, pero siento esa misma escasez de libertad que lo acompañó a él por casi trece años. Mi cárcel soy yo mismo y mi condena es ver el rostro bajo de Simón, la preocupación en los ojos de Villa y la decepción en las palabras de Isaza.

Me siento solo, y aunque me pese, debo continuar de esta forma.

Mis manos absorben el calor del té, a la par del ruido de la televisión, la encendí por un momento para simular algo de compañía en la casa. Quizá los delirios de mi corazón por tan inmensa soledad hicieron enojar a alguien allá arriba —alguien que parece olvidarse de mí constantemente— porque la misma ventana que dejaba entrar el aire helado lo dejó entrar a él, su silueta estaba tan bien definida que no sabía si era real o estaba viviendo otra de mis pesadillas. La respiración se me escapó por un segundo y mis ojos no despegaban la vista de su silueta.

Dante me sonreía desde el marco de la ventana mientras daba pequeños toques con su dedo en la madera; mis manos temblaron, pero no pude moverme, me mantuve rígido contra el sillón, aferrando mis fibras musculares en el vinil. Dijo algo que no alcancé a escuchar antes de adentrar un pie en el interior de mi casa.

Supe por qué estaba aquí, intuí lo que quería aprovechando mi soledad; quise correr, pero eran más fuertes sus amenazas que mis piernas.
Me mantuve en una misma posición, no dije nada, solo percibía el sabor salado de mis lágrimas, mismas que no supe en qué momento comenzaron a descender por mis mejillas; desvié la mirada mientras se adentraba por completo.

R E V E N G E | Villargas / IsargasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora