XXXIII. A F E R R A R S E

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— Te escucho

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Te escucho. — Dijo Simón cuando detuvieron su andar. Villa suspiró pesadamente, habían avanzado hasta aquel pasillo en donde se habían besado anteriormente, cuando se disculpó con Simón por haber besado a Isaza. Estar de nuevo en ese lugar le ponía nervioso.

Sabes que entre tú y yo todavía hay algo pendiente, ¿verdad? — Simón asintió amargamente. — No he querido sacar el tema por todo lo que pasó con Martín, pero ahora que ha despertado y podrá retomar su vida, creo que es conveniente que te diga esto... — Villa resguardó sus manos en el bolsillo de su abrigo, palpando directamente el frasco con pastillas que le acompañaban desde días anteriores. — Realmente me hiciste mucho daño con tu indiferencia, tus insultos, tu negativa a comunicarme las cosas que pasan por tu mente. Pero todo terminó de explotar en ese con ese ataque de ansiedad.

Simón bajó la cabeza, lamentando el hecho. — Te juro que no quería que eso pasara. Me arrepiento completamente de lo que dije ese día. Yo... No te veo como algo desechable, realmente siento algo por ti, algo que ni yo mismo sé cómo explicar.

Se supone que debes sentir eso, Simón. Estamos casados y llevamos más de dos años juntos si contamos el noviazgo.— Simón no objetó nada, Juan tenía razón, se suponía que se habían casado por amor. Aunque la realidad estuviera muy lejos de ser esa.

Sólo quería que lo supieras. — Colocó su palma en la mejilla del contrario. — Simplemente me ganaron los celos y la rabia porque me estabas evitando, y ese tipo sí lograba tener tu atención, dije las cosas sin pensar. Sólo quería joderlo, nunca quise lastimarte, cuando dije eso inmediatamente me arrepentí y... Por favor perdóname.

— Esa no es una excusa. — Dijo el menor con seriedad. Villa apretó el frasco en su mano.

No busco que lo sea. Sólo quiero que me perdones. — Simón lo observó desviar los ojos por los alrededores.

Una vez te pedí perdón en este sitio, es irónico que ahora seas tú quien se disculpe. — Simón se sonrojó al recordar el beso que Villa le había dado entre esas paredes, hablando objetivamente, ese beso le había gustado bastante. — Pero ahora, no creo que esta situación termine con una disculpa y un beso. Fueron varias ocasiones en las que me hiciste daño, y si dejo que una simple disculpa borre todo, estaré sacrificando mi dignidad. Ya bastante mal me siento con haber permitido que me besaras.

— Como te dije ese día, voy a hacer de todo para ganarme tu perdón. — Dijo decidido. — Pero no me digas que lamentas haberme dejado besarte, porque yo disfruté mucho el hacerlo.

Claro que lo había hecho, ese roce de labios afuera de casa de Andrea luego de las palabras tan lindas que Villa le dedicó, terminó por confirmarle lo que tanto había temido en los últimos dos años: Villa le gustaba y mucho.

En un maldito mes toda la negativa que tenía contra el afecto de Juan Pablo se esfumó sin dejar rastro, solamente por dejarse tocar por el avasallador fuego de su amor. Solo conviviendo diariamente con él, apreciando la dedicación que tenía a su matrimonio, viendo lo que hizo por Martín, recibiendo sus besos y cariño sincero. Y por supuesto, contemplando su singular belleza física.

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⏰ Last updated: Mar 02 ⏰

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R E V E N G E | Villargas / IsargasWhere stories live. Discover now