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Wendy caminaba apresurada una vez ingresó a su hogar. Su madre quien imaginaba que su hija se encontraba totalmente molesta, no podía gritarle ya que desde hacía años había dejado de hacerlo, además de que en su situación no serviría de nada, cuando estos momentos ocurrían ella solo tenía como opción seguir a la castaña para hablar por medio de signos. Pero primeramente debía reconocer qué clase de enojo era; Seungwan por lo general mostraba dos clases de enojo frente a su madre, el de vergüenza por su discapacidad y el de frustración, eran los más frecuentes.

Debía darle su espacio, ya sabía cómo animar y conseguir las disculpas de su hija. Cuando llegó a tiempo para escuchar el fuerte portazo provocado por Seungwan, suspiró pesadamente y fue en dirección a la puerta. Iría a comprar una cena especial y llamaría a su importante compañía en estas situaciones.

(...)

Wendy seguía tendida boca abajo sobre su cama, hundida en lágrimas. Había perdido la noción del tiempo, imaginaba que eran más de las siete de la tarde, habían dejado el restaurante donde se sintió humillada a las cinco y su madre todavía no hacía acto de presencia en su habitación...

La castaña se preguntaba si estaría haciendo ruido al llorar pero de todas formas evitaba hacerlo. Normalmente lloraba en silencio sin ninguna expresión, solo dejaba que las lágrimas salieran, era un buen desahogo ya que era difícil encontrar a alguien que entienda su situación además de su madre y una amiga suya, escribir a veces servía pero en esos instantes no quería pensar en lo que tenía que escribir y luego tirarlo. Solo necesitaba sentir su pesar hasta que se le pasara, y esperaba que fuera pronto porque le estaba empezando a doler la cabeza.

De repente, sintió un peso sobre su espalda, únicamente en su espalda. Se levantó ligeramente y aún con la vista borrosa por las lágrimas supo de quién se trataba. Se incorporó logrando que el peso ajeno cayera de la cama.

—Auch —Seulgi sobó su brazo luego de la caída con el sonido de un golpe en seco.

Claramente, la castaña no escuchó la queja ni el golpe. Sin embargo, al volver a mirar a su amiga supo que la había hecho caer, rápidamente se levantó de la cama para ayudar a Seulgi. Le dio una mirada de arrepentimiento mientras veía a la pelinaranja sonreírle sin problemas, sabía que trataba de aliviar su culpa.

Lo siento.

Seulgi hizo un pequeño gesto de no darle importancia. Solo miró con detenimiento los ojos ligeramente hinchados de Wendy y se acercó a abrazarla con fuerza. Cosa que agradeció la castaña, quien sin querer mostró aún más su vulnerabilidad al ocultar su rostro en el pecho de la pelinaranja.

Realmente Seulgi odiaba que Wendy se sintiera así. Sabía bien por qué estaba llorando, siempre solía ser por eso... por su discapacidad. Acarició los cabellos castaños con su mano izquierda mientras dejaba que la más baja se desahogara.

Alrededor de dos minutos se sumergieron en mantener el cálido abrazo, hasta que Seulgi escuchó el llamado de la señora Son y supo que debía llevar a Wendy a la cocina. La castaña incluso sabía cómo serían las cosas, solía pasar de vez en cuando pero la hacía sentirse mejor cuando encontraba la compañía de su mejor amiga, ya que solo tener a su madre a veces no era suficiente.

Ambas fueron allí en cuestión de segundos, encontrándose con la mesa llena de bocadillos y un cartel en el cual estaba escrita la siguiente frase:

"Perdóname por tratar de sobre protegerte. Haré un mejor esfuerzo la próxima vez".

La señora Son obtuvo el pulgar arriba de Seulgi más una suave sonrisa. Pero esperaba que su propia hija aceptara sus disculpas.

I can't hear u ; WenreneWhere stories live. Discover now