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Como siempre Jinah fue la última en dejar el taller, si había algo que Minah amaba de Jinah era aquello. La mujer apenas tenía veintiocho años pero para la dueña de FOORY su profesionalismo era de esos que solo se encontraban en los trabajadores antiguos, era su empleada más preciada y por todos los años que llevaba también se consideraba parte de la familia. Antes de irse, Jinah decidió pasar a la casa en la parte frontal del terreno. Saludó a la empleada para informarle que pasaría a ver a Jisu, excusándose con la preocupación que le causó escuchar que estaba indispuesta. Luego de tantos años trabajando para Minah, ya conocía la mansión como la palma de su mano. Subió las largas escaleras y tocó la puerta de la única joven del hogar. Escuchó la aprobación para entrar y se dispuso a confrontar a Jisu. Apenas entró pudo leer la expresión de la joven, al parecer no esperaba el encuentro. Al pasar los años Jinah comenzó a ver a Jisu como la hermana menor que nunca tuvo. —¿Cómo te sientes? —Consultó la mujer que con confianza se sentó en el borde de la cama, encontrando a Jisu sentada en su escritorio. La menor dejó su bolígrafo sobre la mesa y giró su silla para que así pudieran estar una frente a la otra. —Estoy bien, unnie. —La voz de Jisu era exageradamente baja, conociéndola, Jinah pudo entender que la menor se arrepentía de algo o bien tenía algo guardado en la garganta. —Nunca contestaste mi mensaje así que me vi en la obligación de venir a preguntar. —La joven que llevaba una cola de caballo mordió su labio inferior, había sido atrapada en su extraña mentira.

—Te diría que lo puedo explicar, pero realmente no sé. —Jinah se quedó inexpresiva, no estaba comprendiendo nada.

—Entendí que cuando estabas en Europa tus amigos te decían Lia ¿o no? —Jisu asintió y Jinah entendió que la menor no tenía muchas ganas de continuar con aquella conversación. —¿Por qué Hwang Yeji dijo que estuvo trabajando toda la mañana contigo? ¿Es eso cierto? —Nuevamente Jisu asintió, la personalidad de Jisu era extraña. Con el tiempo y debido a la dura personalidad de su madre, la joven tenía problemas para expresar sus pensamientos al igual que sus sentimientos, a veces Jinah quería meterle las manos en la boca y obligarla a decir algo. —Jisu, necesito que me digas más. Yo supuse que eras tú, pero realmente necesitas explicarme qué estás planeando. —Finalmente Jisu suspiró, poniéndose de pie para dar algunos pasos dentro de su habitación, el desorden en su caminar provocaba cierto orden en su cabeza.

—Los bocetos que te mostré, ¿los recuerdas? —Hicieron contacto visual por lo que Jinah asintió. —Por algún motivo Hwang Yeji los vio y entré en pánico. —Jisu recordó su reacción agresiva e incluso lo confrontacional que había sido con la otra. —Me dio vergüenza decirle quién soy... Realmente admiró mi trabajo y dijo cosas positivas. —La menor le vio con los ojos brillosos, era emoción. —No quería admitir que todos mis trabajos vivirán en esas libretas y jamás se harán realidad. No quería que se sintiera incómoda y que me viera como su par. ¿Crees que una empleada de mi mamá diría que mis bocetos son feos? Eso no pasará jamás, las personas nunca son sinceras cuando saben quién soy. —Por un momento Jisu pensó que iba a llorar, odiaba que Jinah siempre le llevaba al borde de sus sentimientos haciéndola hablar de aquella forma.

—Yo siempre soy sincera contigo. —Respondió la mayor, quien en cuestión de segundos ya la tenía en sus brazos.

—Jinah, eres familia. No eres una empleada, ni mucho menos. —Suspiró Jisu humedeciendo la tela de la ropa ajena. Jinah abrazó a la menor con más fuerza, acariciando su espalda con cuidado y haciéndola sentir acompañada. —Mira, si todo este juego con esa niña te hará sentir bien entonces tienes mi apoyo. —La alejó un poco para que así pudieran verse de frente, Jisu sonrió. —Le puedo decir que efectivamente eres una de las practicantes pero que por ahora estás a prueba y sólo puedes estar en la zona de cortar telas. —El plan era realmente improvisado y existía una gran posibilidad de que se hundiera al día siguiente. —A Minah no la podemos embobar, tu mamá no es fácil de engañar. —Jisu sabía que era cierto, de todos modos las cosas eran tan inciertas en cuanto a lo que pasaba con su madre que creía lo que iba a hacer. —Yo me preocuparé de ella. Gracias unnie, eres la mejor. —Jinah asintió para finalmente soltarla y secar las lágrimas bajo sus ojos. —Jisu, en todos los años que he trabajado para tu madre jamás vi a alguien con tanto talento. Ella realmente no sabe de lo que se está perdiendo pero en algún momento vas a tener que tomar una decisión que favorezca tu trabajo. No quiero que se pierda todo el talento que tienes, ¿si? —Jisu asintió y luego de que la mayor la pudo calmar, se despidieron.

Amor entre telas.  / YEJISUWhere stories live. Discover now