26 | Fear.

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| Miedo.

Ahí estaba YeonJun, atado de brazos por una camisa de fuerza que le limitaba el movimiento, pegado a un rincón de la habitación golpeándose la cabeza hasta que el lado izquierdo de ésta sangraba

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Ahí estaba YeonJun, atado de brazos por una camisa de fuerza que le limitaba el movimiento, pegado a un rincón de la habitación golpeándose la cabeza hasta que el lado izquierdo de ésta sangraba. La sangre se veía tan reluciente al lado de la piel increíblemente pálida de YeonJun, la cual empezaba a tener erupciones oscuras por la falta de sol y tratos bruscos que recibía.

Estaba bastante deteriorado, demacrado, sus labios estaban rotos, ojeras lilas bajo sus ojos los cuales también estaban tristes y rojizos por las lágrimas que dejaba salir día tras día. Aquellas lágrimas que le hacían compañía, acariciaban su piel bajando por sus mejillas, muriendo en su mentón o algunas llegaban a sus labios mostrándole el sabor salado que poseían.

Sentía que cada gota de cordura era exprimida de su cuerpo con tanta facilidad como si estuvieran estrujando un limón. Ya no le quedaba nada, solo un cascaron vacío de lo que algún día había sido Choi YeonJun, aquél que había tenido sueños y esperanzas que ahora estaban tan lejos que podía imaginarlos cerca de las estrellas.

Se reprochaba a sí mismo el haber pensado qué las cosas serían diferentes, que tendría una vida buena y tranquila. Todas habían sido esperanzas y una fe que al final no lo habían ayudado en nada, solo para que el golpe con la realidad fuera lo suficientemente fuerte como para no querer volar una vez más hacia la fantasía que representaba la esperanza.

Trató de ponerse de pie, pero el equilibrio le fallaba así como la fuerza en sus piernas era escasa, siendo imposible estar de pie por sí mismo. Hacía meses que no veía a BeomGyu, él también se había desvanecido con el tiempo como muchas cosas en la vida de YeonJun.

— BeomGyu... BeomGyu... ¿¡por qué te fuiste!? ¿¡po-por qué me dejaste aquí!? —gritó tan fuerte que sintió como sus cuerdas vocales raspaban, él se sentía muerto en vida, se preguntaba por qué no le colocaban una de esas inyecciones y lo dormían para siempre, un sueño de muerte en el que no sería lastimado otra vez— ¿p-por qué me dejaste solo pudriéndome aquí? di-dijiste que estarías siempre conmigo... mentiste —dijo para sí mismo con la voz ronca sintiendo un poco de ardor en su garganta. Quizás enfermaría, de todas formas ya no podía estar peor.

Cerró sus ojos con cansancio, sonriendo de lado al sentir su cuerpo pesado; se preguntó si así se sentía morir, esperaba que sí, pero pronto se dio cuenta que no era así, sintió calor en sus mejillas: dos pequeñas manos le tocaban las mejillas por lo que sus ojos se abrieron. Los primeros segundos le costó ver claramente, pero luego logró ver a quién tenía en frente.

Era un niño de al menos dos años que lo miraba con una sonrisa en los labios, estaba fascinado de lo que veía; de cierto modo lo hizo sentir como una exhibición de un museo, lo veía como si jamás hubiese visto algo parecido, algo tan... extraño.

El pequeño poseía unas mejillas regordetas, labios gruesos, ojos rasgados de piel tan blanca como la suya, cabello negro que le caía sobre la frente y aquellos pequeños ojos lo miraban con inocencia.

My mind lies [◇] YeonGyu.Where stories live. Discover now