30. Hermes

2.4K 501 605
                                    

Hola!

Ayer, al fin, logré terminar el manuscrito de Cinco de Oros así que al fin podré escribir mi tesis (o al menos que suene más creíble ese engaño de que la escribiré en julio...). Ahora solo me queda editar y subir los caps restantes, hacer mi tesis, y estamos un paso más cerca de poder escribir El ladrón de mundos mientras intento preparar manuscritos para enviar a editoriales en un intento por publicar.

Friendly reminder que todo lo relacionado a la Saga Pandora es asunto de Nova Casa Editorial, así que es a ellos a quien deben escribirle para conseguir los libros o pedir por Nana.

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final!

Y mi pregunta del día es la siguiente: Cómo planearían ustedes el robo con ayuda de nuestros 5 criminales?

Xoxo,

Sofi

***

Era un buen día para un golpe. Era un buen día, y punto. Por primera vez en meses se sentía ansioso ante la perspectiva de un trabajo. Luego de semanas actuando en piloto automático, en serio se sentía como si pudiera hacer algo grande hoy. Del tipo memorable. Como si la ciudad estuviera al alcance de su mano y solo fuera cuestión de cogerla. Incluso estaba soleado. Eso tenía que ser una buena señal.

Hermes sonrió al detenerse frente al castillo, palacio, cual vacía palabra los ingleses prefirieran para referirse a otro viejo edificio entre todos en sus centenarias ciudades. No tuvo problemas al momento de entrar, presentando invitación y permitiendo que escanearan sus huellas. Ningún hisopado esa vez, gracias a Dios.

La recepción dentro era adorable. Bocadillos de caviar eran servidos en bandejas de plata. Un violinista se mantenía en un rincón deleitando a su pequeña audiencia con una majestuosa interpretación de fantasía en C mayor de Schubert. Había supuestos videntes y tarotistas ofreciendo un vistazo al futuro. Contorsionistas desafiando sus estructuras óseas y bailarines entreteniendo.

Casi podía creer que el tiempo nunca había pasado, y seguía en alguna lujosa fiesta en New York. Sonrió. Hizo las presentaciones debidas. Intercambió charlas informales. Memorizó nombres y rostros para más tarde. Y finalmente, entre tantos invitados, pudo ver a alguien conocido.

Hermes sonrió al acercarse. En toda su vida, jamás había olvidado un solo rostro. Nunca se sabía cuándo un contacto podría ser útil. Y había hecho demasiados negocios en New York como para resultarle imposible no encontrar a alguien familiar en un mar de invitados tan diversos, con acentos de todas partes del mundo y manejando todo tipo de monedas.

—Mi admirable Lord... Qué grata sorpresa encontrarte por aquí.

Lord tenía tanto de admirable como de nobleza, y eso equivalía al título nobiliario que Escocia remataba por Internet a cambio de comprar una parcela en el campo. Hermes de todos modos sonrió al estrechar con firmeza su mano. Era alto y delgado, con su cabello color trigo peinado hacia atrás con gel y su costoso traje a medida. Y manejaba una red de contrabando en verdad admirable.

—Hermes, viejo amigo... —Lord le devolvió la sonrisa—. Un placer encontrarte al otro lado. ¿Dónde está...?

—En prisión —respondió.

Esa vez, la verdad fue sencilla y no dolió tanto. Era un hecho, nada más que eso. Estaba bien solo, podía continuar solo. La sonrisa no fue difícil de mantener. Ella se lo merecía. Lord pareció genuinamente desconcertado.

—¿Algo salió mal? —preguntó él.

—No tolero a los traidores —Hermes no flaqueó—. De ningún tipo.

Cinco de OrosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum