6. As

2.6K 590 50
                                    

Feliz viernes!

No ha sido una semana fácil, espero poder compensar escribiendo este fin de semana. También espero que les esté gustando la historias y las actualizaciones constantes a pesar de ser cortas. Y el constante material que intento subir al instagram SofiDalesioBooks, además de compartir allí cualquier cosa que me envíen relacionada con mis libros.

Como siempre, no se olvidar de votar y comentar al final. Y de compartir esta historia ahora que Pandora está de regreso!

Xoxo,

Sofi

***

No debió haber creído tan fácil en Hermes. Después de todo, el joven había hecho su fama como estafador, deslizándose dentro de cualquier círculo lo suficientemente importante gracias a su sonrisa y carisma. Y conocimientos. Una vez que el imbécil ponía sus ojos en algo, conseguía todos los detalles sin importar el precio.

As lo había contactado primero, cuando el robo solo había sido una vaga idea sin ningún modo de realizarse. Pero había escuchado de Hermes, y tras un rápido viaje a New York había logrado almorzar con él para comentarle su propuesta. Como había sospechado, el joven había encontrado la respuesta a su encrucijada. Tras explicarle el obstáculo, Hermes había sopesado sus palabras unos minutos, guardando silencio y girando el vaso de alcohol en su mano.

Había lucido como la mierda entonces, nada comparado al joven fresco y engreído que había encontrado en Londres. Oscuros arcos bajo sus ojos, piel pálida, traje arrugado. Fuera lo que fuera que hubiera sucedido, al menos lo había superado y no sería un inconveniente ahora. Y, tras mucho meditarlo, él finalmente le había dado la respuesta que necesitaba: Cleo.

As bebió un sorbo de whisky, el alcohol sintiéndose como agua en su garganta, y se acercó hasta el ordenador que Siri había abandonado en la mesa. Les había pedido que utilizaran el ascensor solamente de a uno. Incluso lo había dejado escrito. Siri había corrido para abrir la consola e intentar desbloquearlo. Podía verla por el rabillo del ojo arrodillada, Houdini a su lado intentando abrir las puertas con su fuerza.

Ingresó la contraseña correcta, Siri siempre habiendo sido demasiado predecible para él, y luego abrió el programa de cámaras. La pantalla parpadeó y le mostró el interior del elevador, ambos jóvenes enfrentados en esquinas opuestas. Incluso desde allí podía sentir la pesadez del silencio entre ellos.

Houdini logró abrir las puertas y, para sorpresa de As, saltó sin vacilar al vacío. Segundos después una placa del techo del elevador se abrió, y Cleo trepó para salir sin perder el tiempo. Ella y Houdini no tardaron en subir por las correas del elevador hasta regresar al piso superior. Dos acróbatas, eso estaba bien.

—¡Eureka! —gritó Siri al desbloquear la consola con su móvil.

Las puertas se cerraron, y el elevador volvió a funcionar correctamente, trayendo a Hermes de regreso. As tomó otro sorbo de su trago. Iba a ser una larga tarde.

Se alejó del ordenador.

—Esta casa es impenetrable —dijo de frente al grupo. Señaló las ventanas detrás—. Vidrios antibalas —indicó el corredor que salía de la sala—. Placas de metal que aíslan la habitación enseguida —se fijó en el ascensor—. Elevador con un sensor de peso. Sube más de una persona, y automáticamente se bloquea para atrapar a los intrusos. Les he dejado la regla escrita.

—Pues deberías saber que él no suele respetarlas —Cleo lo golpeó con su hombro al pasar a su lado—. Hablemos del negocio. Ahora. Antes que me arrepienta.

Ella se dejó caer sobre un sillón, cruzando sus delgadas piernas y posando su insistente mirada en él. Había teñido su cabello desde la última vez que la había visto, ahora siendo largo y castaño. Su piel incluso parecía más bronceada como si hubiera aprovechado los pocos días de sol que hubo. Buena melanina heredada, predecible.

Cinco de OrosWhere stories live. Discover now