5. Cleo

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Hola!

So, estoy haciendo todo lo posible por escribir caps rápidos, mantenerlos entretenidos con el instagram de SofiDalesioBooks, y no enloquecer más de lo normal durante el encierro. Es más difícil de lo que suena. 

A todo esto qué piensan de la música? Es la primera vez que estoy intentando, pero así pueden ver lo que escucho mientras escribo. Espero mis chicos los estén divirtiendo tanto como a mí me entretienen... Y si tienen edits, memes, fanarts, cualquier cosa que deseen compartir, solo envíenmelo por instagram.

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final.

Xoxo,

Sofi

***

El golpe la tomó completamente por sorpresa.

Cleo soltó una maldición, más por aterrizar sobre su codo que por el dolor. Al menos el tatami debajo amortiguó su caída. Eso no restaba el hecho de que le estaban dando una paliza. Podía sentir la sangre saliendo de su nariz luego que su instructor hubiera utilizado la empuñadura de su espada para golpearla en el rostro.

—De nuevo —gritó el hombre.

Cleo se puso de pie de nuevo. La espada se resbalaba de su mano a causa del sudor, su cuerpo estaba agotado, su ego dañado, y el reloj en la pared marcaba que todavía tenía para siete minutos más. Limpió el sudor en su rostro solo para comprobar que sí tenía sangre debajo de su nariz. Perfecto.

Media hora después se encontraba debajo del chorro de la ducha, cuestionándose no por primera vez sus decisiones en la vida. Ningún cuerpo valía semejante maltrato, pero su vida sí. Cerró el agua, no tenía tiempo que perder.

Limpiar el vapor del espejo le confirmó que su ojo izquierdo también estaba morado. Eso tomaría algo más que su rutina facial matutina, pero nada que el maquillaje no pudiera arreglar. El latente dolor en su nariz era otra cosa, pero tras inspeccionarla desde todos los ángulos no lucía particularmente inflamada.

Se tomó su tiempo para arreglar su imagen. Recogió su cabello en una coleta, vistió y tomó el bolso de su habitación. Tal vez el único beneficio de comenzar el día con una paliza, era lo fresca y ligera que se sentía después.

Resultaba siempre decepcionante dejar Hallex. Sus altos techos, sus blancas paredes, sus ventanales siempre abierto. Su padre en serio se había esforzado por hacer de su casa un templo digno de cualquier dios romano, un altar a sus antepasados había asegurado. Adoraba el siempre fresco olor a limón en el ambiente, la brisa entrando. Y nunca se sentía sola. Al contrario, ese lugar era tal vez el único digno de ella.

El comedor se encontraba completamente iluminado. Sus tacones resonaron contra el suelo de mármol antes de tomar su lugar en la gran mesa. Su padre se encontraba a la cabeza, disfrutando de un desayuno completo. Cleo se inclinó y levantó la tapa de un tazón solo para encontrar huevos revueltos. Cogió su plato y comenzó a servirse todo lo que deseaba.

—Ciro casi me ha roto la nariz esta mañana —se quejó.

—Está bien, le he pedido que fuera más duro contigo.

Ella resopló. Debió haberlo imaginado. Agregó salchichas y tostadas a su plato. Dejó que el silencio se instalara. Su padre terminó por suspirar y dejar su taza sobre la mesa. Era apuesto, habiendo heredado la buena contextura ósea de las estatuas romanas que tanto cuidaba en su jardín. Su cabello ya contaba con destellos plateados, pero contra cualquier pronóstico, eso solo había logrado que Cleo lidiara con más mujeres queriendo lanzarse sobre él. Un hecho que hubiera sido interesante, de no ser porque Leo Santorini no aceptaba ningún tipo de ligue.

Cinco de OrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora