Park Jisung era la definición de persona corriente, tenía una vida normal y no se quejaba, incluso llegaba amar esa monotonía.
Pero cuando la vida esta estable y es algo habitual lo peor hace aparición, algo llega a destruir ese flujo y aún si la ca...
Jisung se preparó para la universidad como todos los días, el edificio seguía igual, estudiantes de aquí para allá con las manos llenas, ya sea por libros o una taza de café.
Llego al salón de su clase de economía y cuándo vio a Renjun sentarse junto a él no tardo en llenarle de preguntas.
—Jisung cálmate ¿aún te sientes mal?- esa interrogación le dio esperanzas al de hebras azabache.
—Justo quería hablar de eso ¿Qué me paso ayer? Renjun no sabes el desastre que estoy hecho.- Huang no lo negaba, el menor se veía cansado, como si no hubiera dormido en toda la noche.
—Te empezaste a sentir mal así que Jeno y yo te llevamos a tu departamento, cuando llegamos estabas desmayado en el asiento y ardiendo, te deje con un paño de agua y medicina.- Park recordó haber visto una bolsa blanca en la isla de su cocina, pero concentrado en saber si estaba delirando o no, no la reviso.
—¿Y Jaemin? ¿Qué paso con Jaemin?- el rostro del extranjero fue pintado por la confusión.
—¿Jaemin? ¿Quién es?
—Na Jaemin, el amigo de Jeno que estuvo con nosotros en el restaurante, tiene cabello azul.
—Jisung, solo salimos nosotros tres, no había ninguna persona con cabello azul llamado Jaemin ¿en serio te sientes bien?-
Oh no, las riendas de su vida poco a poco se iban de sus manos.
Park no contesto debido al profesor entrando y comenzando la clase.
Si Renjun no le dió ninguna respuesta, no le importaba, hablaría con Jeno. Las cosas no se quedarían así.
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La campana resonó en todo el edificio, Jisung no espero a su amigo extranjero, con mochila en sus hombros y hecho una furia fue directo a la facultad de leyes.
Podía escuchar a Huang gritar su nombre detrás de él pero poco le importaba, miraba directamente hacia adelante y por su postura recta nadie se atrevió a obstaculizarle el camino o atravesarse.
Llego a los jardines y observo al rubio en una mesa con cierto canadiense, que por cierto no tardo nada en darse cuenta que se encontraba ahí.
—Jisu- Minhyung fue cortado por él de cabellos ónix sujetando a Jeno de los hombros y mirándolo directamente a sus ojos.
—Jeno, dime que tienes un amigo llamado Na Jaemin.- su voz era una octava más profunda de lo normal sorprendiendo a los tres universitarios ahí.
—No conozco a nadie con ese nombre.- la mirada oscura en sus ojos lo intimidó más de lo que creía, conocía a Jisung desde pequeño pero nunca lo había visto tan afectado por el enojo como en ese momento.
Las manos fueron retiradas de sus hombros, todos estaban en silencio esperando el siguiente movimiento de Park.
—Renjun por favor envíame fotos de tus notas de las clases de hoy, me iré a casa.
—Jisung espe- no pudo terminar de llamarlo cuando ya se había ido.
Jeno y Renjun compartieron miradas, sabían que debían hablar con el menor del grupo, pero considerando su actitud de hace un momento era mejor dejar que se tranquilizara por hoy, ya mañana tendrían tiempo de hablar las cosas con calma.
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Las calles en Seúl eran igual de transitadas que siempre, el ruido de los autos, las pisadas y voces de las personas, si Jisung no estuviera en ese estado pensaría que ama ese ambiente corriente de gente ocupada en sus vidas aceleradas, pero lamentablemente no era así.
Intentando calmarse y pensar mejor las cosas, sus orbes negros pasearon por el panorama, por un segundo pensó que hacía eso con la esperanza de encontrar a esa persona, pero en el océano de gente no destacaba ninguna cabellera azul.
Acelero el paso cuando el cansancio llego a él, ya en la noche enviaría un mensaje a sus amigos disculpándose, incluso a Minhyung, por que por muy molesto que esté fuera para él debía hacerlo.
El edificio donde vivía ya se podía ver y sintió su mente relajarse inmediatamente, aunque algo le susurraba que no era el momento para bajar la guardia, pero era su hogar y en verdad que Jisung no estaba para preocuparse.
Ver a las vecinas platicando en los pasillos le hizo sonreír un poco, más cuando estas le saludaron, tal vez todo en verdad era un delirio producido por el alcohol y el estrés de los últimos días.
Cuando su mente aceptaba con cuidado esa razón como la causa de todo eso y se relajaba más, algo en lo profundo le volvió a decir que no era cierto, que dejara de engañarse a si mismo con la excusa de mantener su estilo de vida corriente.
Metió las llaves en la cerradura y abrió la puerta, todo en su departamento se veía igual, cerró con seguro y decidió investigar un poco.
Reviso primero la sala de estar, debajo de los cojines del sofá o del propio mueble no había nada, tampoco en la estantería de la pared con adornos y marcos de fotos.
La mesa de centro seguía intacta, pero observo que había un poco de polvo en esta, tal vez limpiando sacaría mejor su frustración.
Llego a la isla que dividía la cocina de lo que era la sala de estar, la bolsa que vió en la mañana seguía ahí, la abrió y afectivamente era medicamento, los cajones estaban como siempre y arriba del refrigerador no había nada.
Con su curiosidad alimentada y saciada, se fue a su habitación, dejo su mochila en el suelo y luego cerró la puerta.
—Me alegra verte de nuevo.- una segunda voz se escucho.
El mismo peli azul que había causado estragos en su mente y puesto su vida de cabeza en cuestión de horas estaba ahí, sonriendo como recordaba.