Capítulo 4

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But these high walls, they came up short Now I stand taller than them all These high walls never broke my soul, and I I watched them all come falling down I watched them all come falling down for you


Louis suspiró mientras caminaba por el parque, agarrando la manita de su hija con la suya. Haylie saltó a su lado, feliz y tranquila. Ella tenía sólo cuatro años de edad y no tenía ninguna preocupación en el mundo, después de todo. La pequeña suspiró también, su mano libre corriendo del camino un mechón rizado. Su padre había atado su cabello en un rodete informal, y había olvidado tomar cierto bucle que ahora caía por su frente.

Louis echó un vistazo a todas las parejas felices, adolescentes abrazados, o tomados de la mano en el césped verde y exuberante, parejas mayores que jugaban con sus hijos. Esa imagen lo apuñaló en el corazón, destrozándolo en pedazos.

—¿Papi? —Haylie llamó a su padre, parpadeando con sus brillantes ojos esmeralda. Ella notó que él estaba mirando a una pareja en especial.

—¿Sí, amor? —preguntó, sonriendo levemente.

—¿Por qué siempre estás solo?

—Nunca estoy solo. Te tengo conmigo, ¿cómo podría sentirme solo?

Haylie rió y rodó los ojos. —Aw, papá. Hablo de que no tienes esposo. ¿Por qué no tienes esposo?

El corazón de Louis saltó en su garganta y su rostro palideció, a excepción de sus mejillas, que se sonrojaron con un color rosa oscuro. Desde aquella confesión acerca de la existencia del "Príncipe Harold", ella no había dejado de referirse en masculino con respeto a alguna posible pareja para él.

—U-Um —tragó saliva, rascándose la nuca.  —Bueno... te lo diré cuando seas un poco mayor, ¿de acuerdo?

Haylie asintió, ni siquiera disminuida por el cambio de aspecto de su padre. —Está bien, papi.

Él se rió débilmente, repentinamente sintiéndose incómodo. La pregunta le desgarró la mente, lo hizo pedazos. ¿Por qué no tenía esposo? Bueno, Harry, su padre, nunca quiso casarse con él. Esa era la cruel y triste verdad.

—¿Vamos por un helado, cariño? —propuso, para cambiar de tema.

Haylie juntó las manos alegremente, brillando. Ella tenía sus hoyuelos, los mismos hoyuelos que él.

—¡Yay, helado, helado! ¡¿Podemos comer pastel más tarde también?!

Louis se rió suavemente y asintió, revolviendo el cabello de la niña. —Por supuesto. Podemos comprar uno también.

Con eso, los dos se fueron a la heladería cercana, con Haylie descansando en la espalda de Louis, sus piernas se envolvieron alrededor de su cintura y sus pequeños brazos alrededor de su cuello, riendo alegremente ante el paseo.

—Soy muy alta. Más alta que tú, papi.

—Sí, amor —Louis rió suavemente.

Haylie sonrió mientras miraba alrededor de la heladería hasta que vio a un hombre que estaba en su teléfono, hojeando Twitter mientras una taza de helado vacía se encontraba junto a él.

La niña tuvo una mala idea, asomando la cabeza de su padre.  —¿Papi?

Louis miró a su hija, inclinando su cabeza hacia un lado.  —¿Mhm? —ella hizo una seña para que la bajara y su padre obedeció, dejando a la niña en el suelo con cuidado.  —¿A dónde vas, Haylie?

—Baño —La niña respondió simplemente.

Justo era el turno de atender a Louis. —¿Qué sabor de helado quieres, cariño?

Él ya sabía perfectamente que su hija pediría Crema de Cielo y Chocolate con Almendras, pero siempre lo consultaba de todas maneras.

Haylie pensó por un momento antes de brillar intensamente.  —¡Crema de cielo! Y ¡Chocolate!

—¿Con o sin almendras? —Louis se aseguró.

—¡Almendras!

Louis sonrió levemente. —Está bien, amor. No te vayas lejos. Directo al baño y de vuelta, ¿entendido?

La niña asintió, con un brillo travieso en sus brillantes ojos esmeralda.

Sin embargo, en lugar de ir al baño, Haylie corrió hacia el hombre, riendo suavemente para sí misma. Cuando llegó al castaño, se puso de puntillas y le tocó el hombro. 

—¡Hola! —chirrió con voz cálida, sonriendo alegremente.

El muchacho miró y le sonrió a la niña que tenía delante. Ella era absolutamente adorable.

—Oye, cariño. ¿Dónde están tus padres, mhm? —Haylie volteó, señalando a Louis antes de mirar al chico más grande. —Oh, está bien. Entonces, um, ¿por qué viniste aquí?

Ella parpadeó, sus ojos brillando intensamente.  —Bueno, quería decirte que pareces un buen hombre y mi papá está solo. ¿Serías mi segundo papá? Logan tiene dos mamás.

Los ojos del castaño se ensancharon y sus mejillas se iluminaron brillantemente.  —¿Qué? Bueno, eso es—

—Haylie Tomlinson —Louis corrió hacia ellos dos, su cara, orejas y cuello brillando de un rojo cereza mientras miraba a su hija con vergüenza. Entonces sus ojos azules relucientes cayeron sobre el otro hombre. —¡Lo siento! Pensé que Haylie sólo iba al baño, —esto le valió a la niña una mirada de reojo antes de que su atención volviera al chico. —¡Lo siento mucho! Espero que no te haya molestado.

Louis rió suavemente, su rubor subiendo. Tenía que admitir que este tipo era muy lindo.

—No, está bien. Los niños son geniales, y tu hija es especialmente adorable.

Tanto el padre como la hija se sonrojaron profusamente.

—O-Oh, gracias —Louis tartamudeó, haciendo sonreír al castaño.

—De tal palo tal astilla.

Louis se rió suavemente.  —¿Esa es tu manera de coquetear conmigo? —bromeó, haciendo que el chico se burlara y mirara hacia la mesa, tratando de ocultar su vergüenza.

—¿Qué? Pfft, no. No, por supuesto que no—. Otra carcajada sonó de Louis, dejándolo sacudir la cabeza. El castaño levantó la vista después de un momento de silencio sobre los tres, aclarando su garganta. —Mi nombre es Liam.

—Louis.

—¡Y yo soy Haylie! —Ambos muchachos se rieron mientras la niña gritaba su nombre, Louis se inclinó, acurrucándola en un costado y le rodeaba un brazo por los hombros.

—Sí, esta es mi pequeña traviesa.

Pasaron unos buenos cinco minutos y los dos hombres terminaron hablando, encontrando que tenían más en común de lo que pensaban. Haylie se quedó callada, agregando su opinión de vez en cuando. Al final, tanto Louis como Haylie habían terminado su helado, Louis se estiró, y sus ojos azules se posaron en los robles marrones de Liam. 

—Oye, Liam... fue un placer conocerte.

—Igualmente, Louis.

Estrecharon sus manos y Louis tomó la mano de su hija después de recoger su basura y tirarla en el cesto más cercano. Tanto el padre como la hija sonrieron, saludando al muchacho.

Liam le devolvió el saludo, suspirando suavemente al recordar lo que Louis había dicho, mordiéndose el labio. 

—Oye, ¿Louis? —El muchacho sacó un bolígrafo del bolsillo y tomó una servilleta de su mesa, pasándose una mano por el pelo antes de anotar su número.  —Aquí, eh, llámame si necesitas algo. Ya sabes, si necesitas un niñero o algo. ¿O si sólo quieres hablar?

Louis se sonrojó, tomando la servilleta mientras asentía.  —Sí —dobló la servilleta y se la metió en el bolsillo antes de mostrar la sonrisa más adorable. —Lo recordaré. Gracias.

Liam se encogió de hombros.  —Puedes llamar en cualquier momento.

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