Nuevo panorama.

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Quizás su vida había sufrido los destrozos de un enorme huracán, pero el mundo seguía girando aunque no le gustará. Tenía que adaptarse al nuevo panorama, a la nueva falta en casa. Miró al otro lado de su habitación, la cama seguiría vacía por muchos años más, y cada día se volvería más largo y doloroso con esas vistas al despertar.

Se preparó para ir al colegio y tomó su mochila. Abajo, con el desayuno listo, su madre le esperaba. Sonrió, a pesar de que Sammy notó la falta de sinceridad en su gesto, y le dio los buenos días. Faltaba una chispa en ese lugar, ya no era lo mismo sin Dean, su risa y su explosiva personalidad.

- Iré a casa de Cas luego del colegio. – Dijo a su madre.

- Está bien, cariño. Ten mucho cuidado.

Aquella frase se había vuelto repetitiva, cada vez que hablaba con Mary. Ella hacía mucho esfuerzo en dejarle salir de la casa, sabía que no dejaba de pensar en su seguridad cuando estaba fuera y que jamás podría superar eso. La familia entera se sentía en alerta, como si el mundo les atacará constantemente. Se habían llevado lejos a Dean, temían que el próximo fuese Sammy.

Le dio un beso a ella, prometió volver temprano y camino hacia la escuela. Usualmente le llevaría su padre en auto, pero este último tiempo había estado más centrado en hacerle arreglos al Impala. Era la forma de terapia de John, abstraerse en la mecánica y repararse también a sí mismo. Sammy estaba bien con eso, podía caminar despacio y escuchar música en su trayecto a casa, aunque muchas veces Castiel le ofrecía llevarlo sin problemas.

Él le había estado ayudando mucho, con todo.

Se dejó hacer por la música, guiando sus pensamientos en un camino de notas suaves. A veces trataba de no pensar en su hermano mayor, pero era inevitable. Cas se lo advirtió, no atravesaría esta tormenta oscura de un día al otro, tomaría su tiempo, pero su ángel siempre estaría allí. Eso le daba aliento cada vez que pensaba que no lo soportaría un día más. Sanaba sus penas en la soledad, como un perro herido; pero siempre podía recurrir a los abrazos de Castiel para no cargar con todo el peso del dolor.

"Ten un buen día", leyó en el mensaje que el morocho le enviaba, al mismo tiempo que su alarma para despertar sonaba. Se preguntó cómo es que parecía tan fuerte en estos momentos, Dean era su mejor amigo, pero Castiel no dejaba ver cuánto esto le escocia.

Tuvo un día normal, hasta que alguien, saliendo hacia el receso, le golpeó de lleno en la cara con un cuadernillo. Las risas pasaron por su lado, pero las ignoró; sin embargo, estas pararon en seco. Dio la vuelta para ver que lo causo. Castiel les había arrebatado el cuadernillo con su mirada inexpresiva y simplemente lo lanzo hacía la puerta de salida, esparciendo hojas en el trayecto. No dijo nada, tan solo se acercó a Sam como si no hubiese hecho nada malo.

- ¿Quieres leche con chocolate de la cafetería? – Ofreció Cas con una sonrisa.

Le habían concedido un número de faltas al colegio por la muerte de Dean, entendiendo su situación; pero inevitablemente se había atravesado en el contenido de las clases, y le estaba costando ponerse al día.

Entonces, luego del colegio iba a casa de Castiel, y él le ayudaba con su tarea. Poseía el privilegio de ocupar el escritorio del mayor y todo el abanico de útiles que tenía en él. Chuck había criado a su hijo en el mundo de un artista y por ello, Cas tenía la posibilidad de expresarse en la forma que más deseará, ya que su padre le había comprado todo lo que un artista desearía jamás. No solo tenía lápices de colores, pinturas, y caballete; también habían instrumentos, libros, reproductores portátiles, etc.

Le gustaba ir allí y abusar un poquito de eso, pero esta vez no dibujaba nada sobre el bloc de notas a un lado del escritorio, solo hacía girar la lapicera roja hasta que la tinta atravesaba el papel. Castiel se acercó, con la hoja de sus ejercicios en mano, luego de haberlos corregido.

- Recuerda que tienes que mantener el dos. – Apuntó Cas, dejando la hoja sobre el escritorio. – Siempre lo olvidas.

- Lo siento. – Bufó.

Las actividades eran complejas, pero la única forma de lograr hacerlas era con práctica. El mayor se lo había explicado todas las veces necesarias, pero tenía que practicarlo para terminarla.

- ¿Quieres quedarte? – Escuchó decir al otro.

Era tarde ya, de noche, y Castiel observaba el cielo a través de su ventana, sopesando las posibilidades. No sería la primera vez que se quedaba en casa de los Shurley, pero si la primera vez que dormiría fuera de casa luego de la muerte de Dean.

- Preguntaré a mi madre.

Mary puso muchas excusas, demasiadas; trato de razonar y ser amable con ella. Más allá de todo, lo comprendía. Ella acabó aceptando, más por confiar en Castiel que por cualquier promesa que Sammy pudiese hacerle. Sentía la necesidad de volver a llamarla y decirle que iría a casa, porque sabía cuánto le escocia que estuviese fuera; sin embargo, lo dejo pasar.

- ¿Qué lees? – Preguntó a Castiel, que leía apuntes.

- Estoy tratando de elegir una carrera.

- ¿Aún no te decides?

- No, pero mi padre dice que puedo estudiar todas las que quiera. – Sonrió divertido.

Sammy sabía esa historia. Chuck no tenía ningún título, pero hasta el día de hoy estudiaba alguna que otra carrera, luego se aburría y la dejaba. Decía que eso le daba un poco más de conocimientos y conocía gente interesante en el camino.

- Ni siquiera sé en qué universidad estudiar. – Lamentó Cas, pero no era por los motivos deducibles.

Sam guardo silencio, entendiendo a que se refería con eso. Solo había una universidad en la ciudad, demasiado pequeña y con pocas opciones. Castiel podía ir donde quisiese a estudiar... o vivir.

- Pero ahora,- Se levantó de un salto, y despeinó el cabello chocolate del menor. – termina con esos ejercicios, luego bajamos a comer.

Sonrió a la caricia sobre su cabello y al cariño de Castiel. Por primera vez en el día, sonrió de verdad. 

Anillos dulces.Where stories live. Discover now