No había estrellas en el cielo.
Pero aún sin estrellas, corrí para estrellarme otra vez.
Estaba cubierto de nubes oscuras que no dejaban ver nada.
Tal vez habría una tormenta.
Corrí hasta el centro del parque, esquivando la poca gente que había en mi camino.
Cada vez menos y menos, como si cada vez que me acercara un paso más a donde iba a estrellarme la gente fuera desapareciendo.
Y las flores estaban solas.
¿Porqué te habrán gustado las blancas?
Mi visión comenzó a borronearse, hasta que el agua se extendió por mis mejillas.
Pero en mis hombros también caían lágrimas.
Había empezado a llorar.
Y había empezado a llover.
¿Porque es que hacia falta vivir una situación otra vez más, con todo puesto en el mismo lugar, pero sin ti?
Pensé que el mundo, ya me lo había dejado en claro.
