After the Oblivion 《MLB》

Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 9

Al abrir los ojos, Chat vio un azul muy intenso, hermoso y a la vez enojado, furioso.

—¿Te he dicho que tienes unos ojos hermosos, my lady? —preguntó mientras que inconscientemente una sonrisa se dibujaba en su rostro.

—¡Todo esto es tu culpa! —escupió dejando salir su rabia— Ahora Hawk Moth está a punto de saber todo.

—Eh, ¿por qué sigues culpándome? —preguntó desconcertado— Por lo que a mi respecta ambos somos igual de culpables.

—¿Perdón? —estaba ofendida— ¿Por qué tengo yo la culpa?

—Si no lo recuerdas, fuiste tú quién me saludó llamándome por mi primer nombre, Adrien. —echó en cara— Así que ambos tenemos la misma culpa y responsabilidad. —sentenció.

Ladybug quiso responder pero fue entonces que el recuerdo de ese momento volvió a su mente, y efectivamente ella había tenido la culpa, por ella tropezaron.

Bajó la cabeza apenada.

—Lo siento, Chat, Adrien... ugh, es solo que todo esto está pasando muy rápido y, supongo que no lo he procesado.

—Tranquila, my lady. Pero... —carraspeó— ¿Por qué no puedo moverme?

La peliazul reaccionó confundida: —¿Cómo que no puedes moverte?

—No siento mis piernas, ni mis brazos.

Ladybug se acercó a rastras y, olvidando por completo de quién se trataba, para averiguar qué estaba mal. Lo que menos necesitaban ahora era estar en desventaja.

—Veamos, ¿sientes esto? —tocó con la punta de su dedo índice si rodilla.

—Nop.

—¿Esto? —hizo lo mismo pero ahora en su mano.

—Tampoco.

—¿Y esto? —ahora tocó su hombro.

—¡My lady, no siento la cara! —se quejó dramáticamente— Ayúdame.

La chica se acercó aún más paea analizando y sacando conclusiones para poder llegar a una solución. Veía con detenimiento sus mejillas, su mentón, su frente, nariz, sus ojos y finalmente sus labios. Un pequeño carmesí pintó sus mejillas.

—¿Ves algo diferente, Ladybug? —preguntó suavemente viéndola del mismo modo que ella lo veía a él.

—Tú... —dijo en un hilo de voz, los nervios comenzaron a aparecer.

El héroe sonrió con un ligero toque de malicia y en un rápido movimiento alzó el cuello y apenas tocó sus labios contra la nariz de la chica.

—Chat...Adrien... —tartamudeó alejándose y tocando la comisura de sus labios— ¿Por qué...?

El felino se levantó con una traviesa sonrisa en su rostro: —Solo es un aviso, milady, la próxima vez si será en los labios. —advirtió mientras sacudió la tierra de su traje— Bien, ¿cuál es el plan?

"Tiene razón, no hay tiempo para estas cosas", se dijo.

—No sé por cuánto tiempo estaremos así, Hawk Moth dijo que había alargado  la duración de nuestros kwamis. —recordó— Espero que Tikki y Plagg no se vean afectados por esto.

—¿Sabes algo de kwamis?

—No, ¿qué hay de ti?

Negó: —Nada de nada.

Ladybug contrajó sus dedos y los chasqueó: —¡El señor Fu! —gritaron ambos al unìsono.

—Vamos con él y le decimos todo lo que recién pasó.

—Seguro que tendrá una solución. —concluyó el ojiverde.

Y estando de acuerdo salieron corriendo en busa del guardián que los ha estado observando desde sus inicios. Entraron corriendo, sin siquiera tocar, y buscaron por toda la habitación.

—Chat Noir, Ladybug... —escucharon tras ellos— Justo iba a buscarlos, todo Paris quedó anonadado al ver que habían sido capturados por Hawk Moth.

La chica, por inercia, se abalanzó al mayor.

—Necesitamos de su ayuda. —dijo una vez se apartó de él.

Comenzaron a relatar cada uno de los eventos previos a su visita, incluso de su conocimiento de sus identidades.

—Esto es malo, muy malo.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó con desesperación la ojiazul— No quiero que nada le pase a Tikki por mi culpa.

Chat tomó de los hombros a su compañra y la abrazó intentando consolarla.

—Nunca antes ha pasado algo como esto, es muy grave. —murmuró tomando su mentón— Pero podríamos intentar algo...

—¿Qué? —preguntaron, nuevamente, al mismo tiempo.

—Ustedes dos deberán ser uno mismo.

Chat rio y apretó aún más el abrazo con su lady.

—Creo que eso ya está hecho. —y le guiñó un ojo a ella, quien no tardó en sentirse apenada y nerviosa, mas lo disimuló de maravilla.

—No, me refiero a que de verdad tendrán que ser uno mismo. Compartir sentidos, pensamientos y sentimientos.

Los dos se miraron confundidos y se volvieron al mayor.

—¿Y cómo haremos eso?