Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 6

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—¡Explícate, Tikki! —gritó una muy furiosa Marinette al entrar al baño.

Por supuesto que antes de hacer algo se había cerciorado de que el lugar estuviera vacío y no creyeran que estaba gritando como loca a la nada. Su pequeño kwami salió de su bolso y se colocó frente a sus ojos con una enorme sonrisa.

—Todo es muy obvio, Marinette.

—¿Obvio? ¡Me engañaste! Me hiciste creer que Chat me había invitado a una cita cuando el que lo había hecho era Adrien. —la ojiazul llevó sus manos a su cabello y lo jaló un poco— ¡¿Acaso me quieres matar?!

Tikki rio dulcemente.

—Rélajate, Mari. No estás viendo el panorama completo. —explicó— Hasta hace un par de días que toda esta locura de amor por Chat empezò, pero antes adorabas a Adrien, y ahora ¡él quiere lo mismo!

—¿Y?

—Y... no es mala idea que te des una oportunidad. Si después de esta cita tu insistes en abandonar ese amor que le tenías, lo aceptaré.

Las palabras de la pequeña kwami convencieron lo suficiente a Marinette como para terminar aceptando. No había forma de que los sentimientos por Adrien regresaran solo por una cita.

—Muy bien, Tikki. Tú ganas. —se rindió. La rojiza la abrazó en su mejilla y volvió a esconderse en el bolso de la chica para que ambas pudieran salir del baño y encontrarse con Agreste.

—Marinette, volviste. —dijo alegre— Creí que ya habrías huido o algo.

La chica soltó una risa y se sentó. Ambos ordenaron platillos sencillos acompañados de un vaso de soda. La plática que mantuvieron era de lo más normal: escuela, familia, panadería, sesiones fotográficas e incluso de sus amigos. La ojiazul comenzaba a sentirse más cómoda y disfrutaba la compañía. 

¿Así se sentía una cita con Adrien Agreste?

Era agradable.

—¿Quieres algún postre? Puedo llamar al mesero para que traiga algo. —se giró y levantó la mano, pero la chica le detuvo.

—Tranquilo Adrien. Estoy bien así. De hecho, creo que no podré comer en mucho tiempo. —dijo aludiendo a lo ostentosa que fue la comida.

—Me siento igual. Tendré que usar pantalones con elástico por un par de semanas. —continuó con el juego.

Ambos rieron.

Al fondo comenzó a sonar la canción "Love me like you do", una de las favoritas de la chica. De inmediato se emocionó y lo hizo notar.

—¡Adrien! —le llamó y tomó su mano— ¿Podemos bailar esta? ¡Me encanta!

Con las mejillas sonrojadas aceptó y salieron una vez más a la pista de baile. Había pocas parejas en el centro del lugar, pero las que habían estaban abrazadas y se balanceaban acorde al ritmo de la canción. 

Agreste tomó por la cintura a la pelinegra y la acercó un poco a él. No quería verse tan atrevido, pero tampoco distante o incómodo. Marinette relajó sus brazos y los cruzó por detrás del cuello del chico. Se miraron y sonrieron, estaban nerviosos. Por un segundo la mente de Dupain olvidó por completo al encantador felino y solo se centró en lo caballeroso que estaba siendo Adrien. 

Con cada segundo que pasaba de la canción los amigos se acercaban discretamente, acortaban la distancia entre ellos hasta que la ojiazul fue capaz de colocar su cabeza sobre el pecho del Agreste, quien solo reaccionó como piedra por unos segundos y después él recargó su cabeza sobre la de la chica.

Muchos les veían y pensaban que hacían una muy tierna pareja, pero los más orgulloso eran Tikki y Plagg, que observaban todo en primera fila desde sus respectivos escondites.

—Adrien... —susurró contra su pecho.

—¿Si, Mari? —preguntó igual de calmado.

—Creo que comienzo a entender lo que significas para mi. 

Un flashback se hizo presente en la memoria del rubio; estaban casi en la misma posición, Marinette frente a él, pero el problema era que en lugar de ver a su amiga veía el rostro enmascarado de su compañera, Ladybug. Ésta le sostenía las manos y, con las mejillas sonrojadas, le decía exactamente las mismas palabras: "Comienzo a entender lo que significas para mi." Después le depositaba un beso en la mejilla y salía corriendo. 

—¿Adrien? —le sacó de su trance. El chico bajó la mirada y se encontró con los grandes ojos azul celeste contemplándole— ¿Te encuentras bien?

Él solo pudo asentir.

¡No podía ser cierto! Marinette... ¡ella es Ladybug! ¿Cómo no pudo darse cuenta desde antes? ¿Por qué había sido tan ciego? Ahora todo tenía sentido pero, ¿ella lo sabría? ¿Sabría que su amigo Adrien Agreste era también Chat Noir, su torpe y molesto compañero?

—¡Adrien! —volvió a llamarle divertida— ¿Seguro que estás bien? Parece como si el ratón te hubiera comida la lengua.

La canción finalizó.

—Yo... si. —sonrió. La llevó de vuelta a la mesa.

Pidió la cuenta y pagaron. Salieron juntos des establecimiento y decidieron caminar un poco, él la acompañaría hasta su casa.

Al llegar permanecieron en silencio. Una suave brisa los envolvía. Marinette estaba más nerviosa que antes. ¿Qué debía decir o hacer?

—Bueno... gracias por todo lo de hoy, Adrien. —pasó un mechon por detrás de su oreja— Me divertí mucho.

Agreste no dijo ni hizo nada más que sonreír. No podía ocultar lo feliz y dichoso que se sentía de escucharla decir eso.

—Siempre es un placer, Mari.

Segundo silenciosos. Marinette tomó valor y se paró sobre sus puntas para besar la mejilla del chico.

—¡Te veo mañana!

Y entró corriendo a su casa. Adrien se quedó atónito mientras tocaba su mejilla.

After the Oblivion 《MLB》Where stories live. Discover now