I. EL FUGITIVO

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Su mente ardía en llamas, el desastre lo perseguía a donde quiera que fuera y no lograba quitar aquella imagen de la cabeza. Las llamas consumiéndolo todo. ¡No podía hacer nada! Pero la pregunta más importante era ¿Quién era él?, se llevaba preguntando lo mismo. Su cabeza parecía repleta de recuerdos pero no era capaz de visualizar ninguno, solamente la agonía de sentir las llamas abrasándolo todo a su paso.

¿Quién soy yo? toda su mente retumbaba sin comprender en absoluto que pasaba.

Abrió sus ojos y se encontró sumergido en un lago. ¿Cómo había llegado allí?, no lo sabía y su mente no dejaba de preguntarse todo tipo de cosas. De nuevo las llamas volvieron a su visión. No sabía que significaban, tal vez sí, pero era incapaz de recordarlo. ¿Tal vez debía huir? ¿Era un fugitivo que estaba huyendo de un gran incendio? Podía ser cierto, tal vez hubiera llegado al lago buscando ocultarse, tal vez la falta de oxígeno había dañado su cerebro y por eso no recordaba nada. ¿Por qué le ardía tanto el pecho?

Su cuerpo reaccionó entonces y nadó como pudo a la superficie para tomar oxígeno. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Era incapaz de recordarlo, y sabía que se estaba ahogando. Comenzó a nadar a ciegas intentando encontrar algún lugar para aferrarse hasta que su mano se golpeó con una piedra y la otra se enterró en la arena de lo que parecía ser la costa del lago. Utilizando sus últimas reservas de energía se arrastró hasta salir del agua para luego caer desmayado sobre la sucia y contaminada arena.

                                                                                      ***

El mismo día que encontraron al fugitivo, Erik Montaño se había levantado mucho más tarde que de costumbre y se extrañó por el rayo de sol que había penetrado por las viejas fisuras de la plancha de metal que cubría la ventana y que iluminaba tenuemente la arena del suelo donde estaba durmiendo.

Con el habitual dolor de cabeza de las mañanas, Erik se levantó respirando profundo y arrojando su manta eléctrica hacia un lado. Por la nitidez de la luz dedujo que estaría cerca de las once de la mañana. Nada bueno, teniendo en cuenta que tendría que salir de aquel lugar lo más pronto posible si no quería tener problemas con los predadores que estuviesen acechando cerca.

Se giró por un momento y divisó la imagen de su reloj personal al fondo en la pared, mostraba las tres de la mañana y el holograma temblaba periódicamente de manera que era muy difícil notarlo.

—Un par de años y tres meses —exclamo mientras buscaba torpemente el pequeño cubo metálico que proyectaba el difuso holograma, pulsó un botón atrás por unos minutos y el haz del holograma se apagó mostrando un curioso efecto—. ¡Vaya record para un bicho de estos!

Con la tristeza de haber perdido un incondicional compañero de viajes guardó el artefacto en un bolsillo de su cinturón y volvió a acercarse a la ventana para observar la situación afuera del edificio, acercó su ojo derecho a la pequeña abertura de la fisura de la oxidada plancha metálica, no pudo ver nada y la luz hirió su ojo obligándolo a alejarse de nuevo a la oscuridad de la habitación, con el manchón de luz violeta que aún era capaz de distinguir con su ojo expuesto a la luz.

Una vez su ojo se adaptó nuevamente a la oscuridad se puso su traje anti-rad que lo hacía parecer uno de esos antiguos pilotos de carreras que frecuentemente aparecían en fotografías de principios del siglo XXI. El traje terminaba en una extraña capucha que Erik acompañó con unas gafas de protección que rodeaban sus ojos.

El traje era algo personal de todos los agoráneos cada uno estaba manchado de una larga historia que lo hacía único con respecto a los otros. El suyo lo había heredado de su padre y este de su abuelo quien lo había obtenido en una fábrica durante los días de la abundancia. El paso de mano en mano del traje lejos de desgastarlo lograba que este fuese reparado y mejorado constantemente, era natural encontrar agoráneos convencidos que su traje era el mejor de todos e incluso los sometían a pruebas para demostrarlo, algo que Erik considerada de pésimo gusto.

REMEMBRAINCE - El flujo de los recuerdosWhere stories live. Discover now