9. Veneno de serpiente

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 Jonathan Mayers sabía que aquel sorpresivo movimiento por parte de Damon no era más que una fachada para atraerlo a lo que seguramente sería una trampa mortal, aunque sus sospechas eran bastas, su nerviosismo disminuyó a la hora en que llegaron a...

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 Jonathan Mayers sabía que aquel sorpresivo movimiento por parte de Damon no era más que una fachada para atraerlo a lo que seguramente sería una trampa mortal, aunque sus sospechas eran bastas, su nerviosismo disminuyó a la hora en que llegaron al Obake.

Un club nocturno de alto renombre en la ciudad, grande, moderno, diariamente frecuentado y aunque lleno de seguridad, no parecía el lugar idóneo para tenderle una trampa. Prefirieron ir a lo seguro, haciéndose notar desde el primer momento en que llegaron, ni siquiera tuvieron que adentrarse en la enorme fila de la entrada, el cadenero del lugar los reconoció al instante.

—Joven Mayers, su hermano los espera —mencionó sonriente el hombre de la lista de invitados.

—¿Es requisito para trabajadores de Oni ser siniestros? —Masculló entre dientes, el hombre quitó la cadena y les permitió entrar.

Tan solo al poner un pie en la fachada del lugar las luces neón, el humo y la marea de cuerpos danzantes al son de la música electrónica los recibió, como si se hubieran transportando de un segundo a otro a una dimensión caótica y llena de excesos.

—Odio estos lugares, son verdaderamente estresantes —soltó Nahia mientras se abrían paso entre la multitud de personas en la pista de baile.

—¡¿Qué?! —Exclamó Jonathan, la música estaba tan alta y el escandalo era tanto que a penas y podía escuchar sus propios pensamientos.

—¡Nada, olvídalo! —Respondió alzando mucho más la voz y sin detenerse. A medida que se adentraban al lugar, Jonathan observaba todo el entorno, logrando divisar lo que seguramente eran criminales de renombre, vendedores de droga, juegos de azar, y la obvia presencia de atractivas damas de compañía.

Alzó su vista hacia los niveles superiores, guardias vigilaban meticulosamente todo el lugar, no supo identificar si eran de Oni o no. Avanzaron hasta llegar a la barra.

—Diablos, este lugar es asfixiante —mencionó mientras se retiraba el sudor de la frente.

—Bien, ¿ahora qué hacemos? —Dudó su incómoda compañera.

—Creo que deberíamos separarnos, así abarcaremos más terreno y lo encontraremos mucho más rápido.

—Me parece bien, grita si necesitas ayuda —se puso la capucha y se perdió entre la multitud del lugar.

—Tú también... —regresó su vista a los alrededores, tratando de ver algo que le dijera dónde podía empezar a buscar, pero nuevamente Oni demostró ser mucho más rápido. Hizo una mueca de desagrado, no estaba acostumbrado a esa clase de lugares, su mirada se clavó entre la multitud de personas que bailaban sobre la pista hasta que su atención cayó en una atractiva silueta pelinegra que danzaba con sensualidad. Alzó su ceja, intrigado, siguió mirando y ella se percató, sonriente le clavó sus ojos esmeraldas y él apartó la vista, pero la despampanante mujer se aproximó a la barra y se colocó al lado de Jonathan.

Blazer: El Guerrero LegendarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora