2. Cenizas en la montaña

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Lee salió de su cubículo una vez que el canto de las aves lo despertó, era muy temprano, y como todos los días tomó dos cubetas de madera para así acarrear el agua desde el estanque en el jardín, hasta sus aposentos nuevamente

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Lee salió de su cubículo una vez que el canto de las aves lo despertó, era muy temprano, y como todos los días tomó dos cubetas de madera para así acarrear el agua desde el estanque en el jardín, hasta sus aposentos nuevamente.

Caminó un poco por las silentes callejuelas del recinto hasta casi llegar al jardín, cuando su mirada captó algo en la lejanía. Fuera de los muros del monasterio, yacía Jonathan, quien danzaba sobre una roca, al vaivén de los movimientos del arte marcial.

—¿No es muy temprano para entrenar? —Dijo, al instante se detuvo. Miró a su maestro y luego siguió moviéndose con gracia y destreza.

—El Maestro Lao una vez me enseñó, que la fortaleza de un guerrero emana de su espíritu —alzó sus manos y las juntó ante su pecho—. Y que para tener un espíritu fuerte, hay que entrenar la mente. Un guerrero con control sobre su mente y espíritu, es un guerrero honorable y poderoso.

—Bien guerrero honorable y poderoso, ayúdame con esto —le arrojó una de las cubetas, la atrapó sin problemas. Juntos comenzaron a caminar hacia el jardín, durante el trayecto, Lee no pudo evitar sentir a Jonathan Mayers bastante ausente—. ¿Te pasa algo? —Preguntó luego de introducir la cubeta y sacar el agua.

—¿Eh? No, Maestro. Es solo que estoy algo distraído —llenó su cubeta también.

—Bueno, necesitarás estar bastante concentrado en estos días, algunos maestros me han dado las tareas que debes hacer.

—¿En serio? A penas llegué ayer... —Lee le entregó un pergamino bastante largo.

—Creo que deberías comenzar, héroe—se burló y Jonathan solo blanqueó los ojos con frustración, ayudó a su maestro a llevar las cubetas y siguió con sus deberes.

Y así estuvo casi una semana completa, los maestros aprovecharon para que Jonathan realizara algunas de las tareas más tediosas e incluso desagradables del clan, las cuales por lo regular se encargaban de realizar los novicios.

Desde realizar mantenimiento en la fachada de los templos y el monasterio en general, cuidar y trabajar en los jardines, hasta tareas más abrumantes como realizar el aseo en los sanitarios. El anochecer casi llegaba y Jonathan aún no podía remover el musgo y suciedad de las tejas del templo central, restregó con una esponja mojada y a penas la mugre cedía, suspiró con cansancio y se limpió el sudor de la frente.

—¿Aún no terminas? —Escuchó una voz tras él, volteó y era Mei, sonriente llegó hasta él.

—No, esos pájaros son unos desgraciados —siguió tallando con desesperación.

—Está oscureciendo, deja el resto para mañana.

—Ni hablar, el maestro Ryu me prometió que si acababa con esto hoy, me dejaría libre, al menos él...

—Jonathan —colocó una mano sobre su hombro.

—Mei —la miró un tanto frustrado—. Tengo mucho trabajo que hacer y necesito estar solo, en cuanto termine con esto iré a visitarte —siguió limpiando, ella retiró su mano.

Blazer: El Guerrero LegendarioWhere stories live. Discover now