Introducción

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Luego de casi un mes de la invasión, los noticieros en todo el mundo no podían dejar de hablar de otra cosa

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Luego de casi un mes de la invasión, los noticieros en todo el mundo no podían dejar de hablar de otra cosa. La armada de Corvyn había llegado sorpresivamente no solo para demostrar que no estábamos solos en el universo, sino que la tierra no era el simple orbe indefenso que ellos pensaban.

Las imágenes de aquel misterioso ‟Escuadrón" inundaban los medios, la gente había visto a un grupo de héroes alzarse contra la adversidad y ganar, ahora la esperanza florecía de entre las calles como un silente pero seguro llamado a la justicia. Pero, casi un mes había pasado de eso y el rastro del Escuadrón de Héroes era desconocido para el mundo entero, tal vez si las cosas volvían a tornarse oscuras ellos volverían, pero antes, cada uno debería lidiar con sus propios demonios.

Eran casi las cinco de la mañana, Jonathan Mayers se encontraba en un restaurante que abría las veinticuatro horas, frente a la barra, silencioso y casi dormido por el viaje. Había llegado a Tokio luego de unas semanas de vigilancia en su natal Capital City, pero a final de cuentas el Blazer debía permanecer en Japón.

Tras unos minutos el hombre frente a él le dejó un tazón lleno de fideos calientes, suspiró cansado y tomó los palillos, listo para comer luego de un tiempo, bostezó con fuerza. Entonces un escándalo comenzó a sonar afuera del local. La mirada neutral del dueño se transformó rápidamente en una mueca de terror, Jonathan levantó la vista sin dejar de comer.

—¿Te pasa algo? —Preguntó con un japonés casi inaudible. Siguió comiendo sin prestar demasiada atención.

—Tienes que irte, rápido —farfulló el dueño mientras se quitaba su delantal y salía de la barra.

Jonathan miró por encima de su hombro y vio como tres sujetos entraban al lugar, no se veían amistosos.

—Bakuto... —expulsó el temeroso dueño. Se inclinó ante un tipo de al menos veinticuatro años en una reverencia, pero en respuesta recibió una contundente bofetada que le torció la cara, luego, aquel sujeto lo jaló un par de veces hasta casi hacerlo llorar.

—¿Dónde está el pago, Yashida? —Lo abofeteó nuevamente.

—Por favor, este mes fue muy difícil y mi hijo está en el hospital, por favor solo... —siguió recibiendo bofetadas de aquel sujeto, mientras los otros dos se reían.

—Ese es tu problema, Yashida, si no tienes el dinero ¿quién te va a proteger, eh?

—Por favor —imploró entre lloriqueos.

—Deja de llorar maldito marica, ni siquiera he empezado —regañó con fuerza, pero el humillado dueño no podía dejar de llorar por la impotencia y el miedo que sentía.

—Bakuto —le llamó uno de sus secuaces haciéndolo frenar. Bakuto miró a Jonathan frente a la barra, entonces pareció enojarse más.

—¡Ey, tú, idiota! —Jonathan ni siquiera volteó. Uno de los secuaces se acercó a él.

—¿Estás sordo? —Lo sujetó del cuello. Era un oriental de cabeza rapada y pequeño bigote.

Jonathan alzó el plato y consumió de un trago el restante de comida que le quedaba.

—Por favor, dejen a este hombre y váyanse de aquí antes de que algo malo les pase —miró a su agresor, y éste, al igual que los demás; rompió a carcajadas.

—Creo que eres más tonto de lo que pensé... Gaijin —expulsó el sujeto que aún no lo soltaba. Jonathan escuchó eso y no pudo evitar sentir un torrente incontrolable de furia sobre todo su sistema, miró fulminante a aquel sujeto y simplemente negó con la cabeza—. Ya basta —dijo, pero él apretó más su cuello, entonces Jonathan sujetó el tazón con el que comía y se lo estrelló justo en el rostro, el hombre se alejó un poco, lo cual aprovechó para patearlo directo en el pecho y mandarlo contra una mesa cercana.

Todos miraron anonadados lo ocurrido. El otro sujeto arremetió contra Jonathan, lanzando golpes sin control, los cuales él recibió y esquivó hasta que pudo contraatacar con un puñetazo al rostro, uno en el estómago y finalmente se barrerse hábilmente por el suelo haciéndolo caer.

Bakuto soltó a Yashida y desenfundó una navaja, la manipuló un poco y apuntó contra él. Jonathan ni siquiera parpadeó.

—Aún puedes irte —dijo con condescendencia, pero Bakuto lanzó un corte. Jonathan atrapó su mano y le hizo tirar la navaja, luego le propinó un codazo y finalmente lo fulminó con una patada. Salió volando hasta estrellarse contra una mesa, se acercó a él y lo sujetó del cuello de la playera mientras lo veía seriamente—. Si me entero que volviste a este lugar yo personalmente iré tras de ti, y créeme, eso no te gustará.

Lo dejó finalmente, y comenzó a caminar hacia la salida, no sin antes haber dejado algo de dinero sobre la barra.

—¡Gracias, muchas gracias, me salvaste! —dijo Yashida una vez en pie.

—Es mi trabajo. —Deslizó la delgada puerta de papel de arroz—. Lo siento por el desastre.

—Alto, ¿quién eres? —Se detuvo antes de salir, sonrió, pero no dijo nada, solo abrió la puerta y salió de ahí, admiró la magnificencia de la metrópolis en la que estaba y siguió sonriendo mientras se colocaba su capucha.

—Hogar dulce hogar—enunció y se mezcló entre la gente hasta desaparecer. 

 

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Blazer: El Guerrero LegendarioWhere stories live. Discover now