Capítulo 13

65 13 6
                                    


El mediodía del martes Paola decidió no comer, no se sentía de ánimos, y la noche anterior se había pesado y había subido algunos gramos. Se excusó con su familia diciendo que se sentía muy mal y que iba a comer más tarde. Se sentía mal por mentirle de ese modo a sus padres, pero necesitaba estar flaca y verse bonita, porque si no nadie le prestaría atención.

Cuando llegó a alemán se sentía algo cansada, sus parpados pesaban y se sentía con muy poca energía, pero no pensaba comer hasta la noche. Se sentó en su lugar habitual y se limitó a contestar lo básico e indispensable. Agustín notó que ella se encontraba algo pálida, por lo que esperó a que fuera recreo para ofrecerle un poco de agua y su alfajor.

—Hola Pao ¿Te sentís bien? —preguntó el chico sentándose en el banco delante de ella.

—Si, solo estoy un poco cansada —contestó Paola con la vista baja.

—¿Segura? Estas muy pálida, casi que pareces un fantasma —intentó bromear el chico.

—Ja, siempre fui pálida, chistoso.

—Ya sé, pero estas algo ojerosa y das un poco de miedo.

Paola subió su mirada de manera fulminante hacia el chico. Su comentario le había hecho algo de gracia, pero también le había dolido.

—¿No es más fácil decirme que estoy hecha un espanto o que me veo fea? —lo desafió.

—No dije ninguna de las dos porque no es así, solo estoy preocupado —se sinceró él.

—Bueno, despreocupate, estoy bien.

—Para que estes mejor, te regalo mi alfajor —dijo con una sonrisa Agustín dejándolo en su banco.

—No, gracias, no tengo hambre —dijo Paola devolviéndoselo.

—No te va a hacer mal un alfajor Pao, a mi no me hace la diferencia, de verdad, quédatelo — volvió a dejarlo en el banco de ella—. Aparte tenes pinta de necesitar azúcar.

—Agus, basta, por favor, no quiero pelear y tampoco quiero tu alfajor —dijo ella comenzando a angustiarse— permiso.

Paola se levantó dejando a Agustín completamente preocupado y desconcertado. La actitud de su amiga lo había dejado fuera de lugar, y realmente le preocupaba lo débil que se veía. Decidió seguirla con distancia, en caso de que a ella le pasara algo. Tenía toda la pinta de estar a punto de desmayarse. Y para suerte de Paola y disgusto de Agustín, ella lo hizo justo antes de entrar al baño de mujeres. Agustín corrió y se tiró al piso, amortiguando justo a tiempo la caída de su amiga. La sitió demasiado liviana en comparación a como se veía cuando apenas se habían conocido. De los ojos de Paola empezaron a brotar lágrimas, Agustín la zarandeo un poco hasta que ella se despertó.

Al darse cuenta que estaba encima del chico, Paola quiso incorporarse enseguida, pero ni bien lo intentó, Agustín tiró de ella dejándola nuevamente recostada en su pecho.

—Vos no te vas a ningún lado hasta que te comas este alfajor Paola ¿Hace cuánto no comes? —preguntó Agustín preocupado—. Si no estaba te ibas a romper la cabeza.

Paola no pudo evitarlo, y ahí en los brazos del chico que le gustaba se largó a llorar a más no poder. Él la ayudó a levantarse y se sentaron en uno de los bancos del pasillo. Afuera había empezado a llover. Paola estuvo un rato largo llorando en los brazos de Agustín, mientras él le acariciaba el pelo. Ella se sentía patética, pero estar en sus brazos la reconfortaba. Y tenía miedo, porque su amigo tenía razón: si él no estaba podría haberse roto la cabeza contra el piso.

¡Quédate en tu friendzone! [✔]Место, где живут истории. Откройте их для себя