Donde un detective policial, una recaudadora de deudas ilegal, un asesino por contrato, una ex militar mercenaria y un niño prodigio, forman un equipo para combatir los crímenes más violentos de la ciudad.
"Cariño no digas que quieres a un chico mal...
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Me desperté ante el sonido de alguien contando dinero.
Contuve mi respiración y rodé fuera del sofá donde me habían arrojado. Automáticamente traté de mover mis manos y evitar caerme de rostro, pero había sogas alrededor de todo mi cuerpo. Aterrice en el helado suelo y apreté mis dientes debido a el dolor. Sentía como si todos mis músculos dolieran y había especialmente un dolor punzante en la parte de atrás de mi cuello. Me tomó un tiempo antes de que me despertara por completo, dándome cuenta que significaba aquel dolor. Mis ojos crecieron en shock y mire hacia mis piernas, esperando que mis sospechas no fueran correctas.
-El dispositivo de rastreo en tu pierna ya no está y quite el que estaba debajo de la piel de tu nuca también.-Una voz familiar hablo e hizo que me congelara sorprendida.-Nadie sabe donde estás. Estás sola.
Levante lentamente mi mirada y mire alrededor de la habitación. El apartamento estaba completamente arruinado y había solo una leve luz que entraba a través de las rejas de la pequeña ventana, aun así reconocí a la última persona que estaba esperando ver. Estaba segura que el accidente que ocurrió fue debido a el caso en el cual el Equipo Z estaba trabajando ahora o, mi jefe, pero aquel sentado detrás de la mesa cubierta con pilas de dinero era alguien completamente distinto. Su castaño cabello oscuro era un desastre, había un leve azulado moretón en su ojo derecho y su cubre bocas negro estaba en su barbilla, sin cubrir su boca. Sus nudillos estaban magullados, ensangrentados y cortados, mientras que sus cejas estaban fruncidas juntas en concentración.
-Haz hecho que me pierda.-Murmuro y levantó su vista del dinero que se encontraba en sus manos. Sus oscuros ojos brillaban en la poca luz que provenía del techo y sus labios se curvaron en una sonrisa.-Ha pasado un tiempo, ¿No es así Jin-Ah? Desearía que dejáramos de encontrarnos en situaciones tan... incómodas, porque realmente te ves como alguien con quien saldría por kimchi.
-Jeongin...-Susurre y lo observé con mis ojos abiertos de par en par. Casi me había olvidado por completo de él, la mano derecha del líder de la mafia Woo, que ya no existía más. Me pregunte que le había sucedido después de eso, pero jamás esperé verlo otra vez.
El río entre dientes ante mi claramente preocupado rostro y dejó sobre la mesa un fajo de dinero. Se levantó lentamente y caminó hacia mi. Traté de moverme, pero mis brazos estaban atados detrás de mi y no podía hacer nada cuando se colocó en cuclillas frente a mi. Su seria voz hizo que sintiera un escalofrío recorrer mi columna.-¿Pensaste que iba a perdonarte y olvidar lo que sucedió? Destruiste mi mafia. Mejor dicho mi familia. Perdí todo por tu culpa.
-N-No pareces estar tan mal.-Murmure, observando el suelo y evitando su mirada.
Contuve mi respiración cuando repentinamente me tomó por los hombros. Pensé por un momento que me golpearía, patearía o lastimaría de otra forma, pero en vez de eso, me coloco nuevamente en el sofá de donde me había caído antes, colocándome sentada. Lo mire con sorpresa y palmeo mi mejilla y sonrió.-Técnicamente, no perdí todo, pero aún así has arruinado mis planes de tomar la mafia por completo. Iba a tomar el puesto del jefe y obtener todo lo que el tenía, pero en vez de eso, me quede con solo un par de hombres que decidieron seguirme. Ese dinero no es nada comparado con lo que podría tener, pero no te preocupes, vas a ayudarme a ganar todo aquel dinero de vuelta.
