-¿Quieres apostar?

Susurra unas palabras en mi oído, saca sus garras. Hace un pequeño tajo, casi queriendo atravesar mi corazón. Pero sin matarme. Él no podía, muy dentro de mi lo sabía. Se queda esperando a que yo gritara de dolor, estremecerme ante su tacto. Pero no le daría ese placer, no tendría el placer de verme débil, no otra vez.

-Ahora, hazlo.- dije, en un grito casi ahogado. Entrecerré mis ojos. Un dolor demasiado inaguantable en mi pecho, sus garras llenas de mi sangre. Y su sonrisa llena de satisfacción.
Una luz negra se fue apoderando de mi. Mi cuerpo cayó, y ya no era capaz de volver a levantarme.









(....)





Me había dado un fuerte golpe ayer, lo recordaba. Todo el dolor se había acumulado desde ayer, se fue convertido en una parálisis peligrosa apenas me levanté.
Ahogué mi grito, el dolor estaba matándome. Llevé la mano hacía mi pecho. Intenté levantarme, mis rodillas temblaron, haciéndome caer al piso. Dolía demasiado.
Estaba completamente pálida, más de lo que me recordaba. Casi arrastrándome me acerqué hasta el pequeño mueble, sacando unas píldoras. Las llevé con desesperación hacía mi boca. Raspando mi garganta por la falta de agua.
Apoyé mi cabeza contra la puerta, seis en punto. Bella va a matarme.
Intenté, nuevamente mover mi cuerpo, puse ambas palmas en el borde del mueble.
Sentía como si miles de dagas estuvieran clavadas en todo mi cuerpo. Ignoré el hecho de que mi sangre casi hirviera.
Poco a poco fui levantando mi cuerpo, conteniendo mi respiración. Cuando estuve de pie solté todo el aire acumulado. Inhalé, exhalé repetidas veces, como si estuviera a punto de dar a luz.

-¡Hannah!- gritó. Haciendo que diera un pequeño salto.-¿A qué hora piensas irte? ¡Son siete y media, joder! Mueve el trasero- siguió, exasperada.



(...)

-¿Paso por ti?- preguntó. Estacionando el auto.

-No, tengo que acompañar a Cassie.-la miré- Ya sabes, te lo había comentado.

Ella frunce el ceño, chasqueando sus dedos intentando acordarse.

-Oh.- dice en tono fingido.- Tienes razón, sólo no llegues muy tarde. Tienes revisión semanal hoy.-me sonríe.- Suerte, bebé.

Asiento, dedicándole una sonrisa. Me despedí y bajé del auto.
Comencé a caminar por el largo trayecto. Hoy sería un largo día.

Suspiré pesadamente en cuanto llegué a mi casillero. Me seguía doliendo todo el maldito cuerpo. Pero tenía que saber disimularlo. Aún no había ni un alma en los pasillos. Saqué mis libros. Dejando mi mochila dentro.

-¡Hannah!- agita su mano, desde lejos. Sonriéndome. Le devuelvo el saludo y ella acelera su paso.

Toma aire en cuanto se acerca. Me da un pequeño abrazo y vuelve a inhalar y a exhalar.

-Joder.-chilla- Jamás vuelvo a correr de esa manera.

Suelto una pequeña risa. La miré divertida.

-Sólo corriste desde la puerta principal hasta mi casillero, Cass.- sonrío. Ella niega varias veces.

-Oh, no.- me mira- Te equivocas, he corrido todo el jodido camino desde mi casa hasta aquí.- dice frustrada, intento contener la risa.- Mi mamá no quiso venir a dejarme porque quiere que sea más responsable, ¿puedes creerlo?

Vuelve a tomar aire y saca una pequeña botella de agua. La miro levantando una ceja con diversión ante su comportamiento exagerado.

-Nunca más vuelvo a correr en mi puta vida, Ha.- lleva el agua a su boca con desesperación.

Scared, darling? (Colton Haynes)Where stories live. Discover now