Capítulo VI

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"Con la bestia dentro no hay lugar donde podamos escondernos."









Perdí el rumbo en el primer instante que llegué a estas oscuras profundidades. Busqué, exasperada la luz de la luna para que ella pudiera guiarme. Mi corazón iba acelerado. Mi respiración irregular a causa de éste vestido, apretando mi pecho. Mi paso se dificultaba. Mi sangre podía olerse a miles de pasos de distancia.
Ellos venían, con sus antorchas quemando cada espacio de mi piel. Con sus arcos y flechas, queriendo atravesar mi corazón. Pero, no me preocupaba. Solo me preocupaba alguien en concreto...él. Él podría matarme sin pensarlo. Él era la bestia de la que debía huir, el propio infierno persiguiéndome, queriendo arrastrarme hacía las profundidades.

Miré hacía ambos lados, él no estaba cerca; pero se estaba acercando. Lo sentía, su sangre hervía. Las venas de su cuello estaban saltadas, sus patas casi sin coordinación. Sin importarle, él sabía muy bien a que dirección ir, sabía muy bien donde me dirigía. Sus instintos lo guiaban hacía mi.

Aceleré mi paso, el crucifico de mi cuello saltaba; casi ahorcándome. Rasgué gran parte de mi vestido por huir. Las prendas rotas parecían querer volarse en el aire y volar con el frío viento.
Los árboles al fin me dejaban ver el dulce resplandor de la luna, acompañada con un color rojizo, igual al color de su sangre, casi a vino, igual de dulce.

Su respiración estaba en mi cuello, sus brazos al rededor de mi cintura, llevándome hacía él.
Gritando la traición que nunca hubo.
El color blanco, puro de mi vestido estaba tintado de rojo. Perdí mucha de mi sangre, estaba débil. Y completamente sin fuerzas para seguir.

Me sostuve del frondoso árbol, dejando todo mi peso en el. Toqué mi pecho, llevé mi mano cerca de mi rostro. Uno de mis dedos fue a mi boca, probando mi propia sangre.
Caí, sin fuerzas. Mi cabeza apoyada contra las ramas, mi piel haciendo contacto con la fría tierra. Mi respiración se tranquilizaba. Los aullidos se escuchaban, cada vez más cerca.
Toqué mi crucifico. Llevé un poco de mi sangre a el, podría protegerme, al menos por ahora.

Su respiración seguía irregular, las venas de su cuello aún se hacían notorias, su mirada transmitía todo el odio que él sentía. Su ropa rasgada, y con varias marcas en su cara, escurriendo pequeñas gotas de sangre.
Sonreí.

-¿Pensaste que podrías escaparte?-. su voz resonó en todo el bosque, las ramas de los árboles se mecían. Disparos se escuchaban a lo lejos. El viento soplaba dedicándome mi última victoria.

-Seguí en pie hasta el último minuto. Y con éste cuerpo, merezco un apluso.- solté una risa, su odio se hizo más profundo. Lo sentía en mi interior como un viaje de adrenalina, sin vuelta atrás.

Sus fosas nasales se abrían de un tamaño notorio. Tomó el collar que me pertenecía, arrancándolo con fuerza de mi cuello. Quemó. Ardió. El fuego me abrazaba.

-¿Quieres despedirte así?- él se alejó un poco más.- ¿El odio jodió tu corazón?

Sus ojos se vuelven de un color rojizo, casi igual que la luna. Levanta, mi ahora frágil cuerpo, lleva su mano a mi cuello, chocando todo mi ser contra aquél árbol. Toca mi vestido, sus ojos se abren, lleva uno de sus dedos a su boca. Probando el dulce néctar.

-Tus manos están llenas de mi sangre.- lo miro. Él sonríe.

-Morirás esta noche, y sólo tú y yo seremos presentes. Yo seré el único que pueda matarte, cielo.- su sonrisa se profundiza.

Scared, darling? (Colton Haynes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora